Una Nueva Vida Capitulo 66: Ferit y Seyran: una historia que se rompe y renace!

El ambiente en la mansión Korhan es de una tensión gélida que corta el aire. El mármol pulido y las opulentas decoraciones solo consiguen amplificar el eco del silencio entre Ferit (el joven heredero, con la mirada dividida entre la furia y una desesperación infantil) y Seyran (la esposa forzada, cuya postura es de una quebradiza pero inquebrantable dignidad).

Se encuentran en el gigantesco salón, donde el patriarca Halis Ağá ha convocado una reunión de crisis tras el escándalo de la última semana. Las luces de araña brillan cruelmente, iluminando cada grieta en la fachada de su matrimonio.

Ferit da un paso al frente, su voz baja y peligrosa. “Dime que es mentira, Seyran. Diles a todos que las fotos son un montaje. Que no estabas con él, que no me has humillado delante de toda la familia y del mundo entero.” Sus manos están apretadas en puños.

A New Life 66: Ferit fights everyone to save Seyran!! Final shots! - YouTube

Seyran lo mira a los ojos, con una calma aterradora. Su barbilla se alza con una terquedad obstinada. “No voy a mentir, Ferit. Y no voy a mentirte a ti. Esas fotos son la verdad. Y no me he humillado a mí misma. Solo he hecho lo que tenía que hacer para respirar un poco fuera de esta jaula de oro.”

El aliento de Ferit se engancha en su garganta. “¿Jaula de oro? ¡Te he dado todo! Un nombre, una vida… ¿Y tú me pagas con deshonor? ¿Crees que puedes romper las reglas de mi familia y salir ilesa?”

De repente, una voz profunda y autoritaria resuena en la sala. Es Halis Ağá (el patriarca, cuya figura impone un terror casi bíblico), sentado en su sillón, con la mirada glacial.

“Basta, Ferit. Tu inmadurez y tu falta de control nos han llevado a esto. Pero Seyran…” Su mirada se posa en ella, dura y evaluadora. “Has demostrado una fuerza que no creí que tuvieras. Pero también una temeridad que no podemos tolerar. Has roto nuestro nombre.”

Seyran se enfrenta al patriarca, algo que nadie se atrevería a hacer. “Ustedes rompieron mi vida primero, Ağá. Me obligaron a un matrimonio sin amor. Ustedes me rompieron la promesa de un futuro. Yo solo intento reparar lo que ustedes destrozaron.”

La furia de Ferit estalla. “¡No hables así con mi abuelo! ¿Qué quieres? ¿El divorcio? ¿La libertad? ¿Crees que es tan fácil?”

Seyran respira hondo, y en ese momento, una transformación ocurre en ella. La fragilidad desaparece, reemplazada por una resolución de acero. “No quiero el divorcio, Ferit. Aún no. Pero esta historia que tenemos… la que fue construida sobre la mentira y la obligación… se ha roto. Ahora, la única forma de que pueda renacer es si construimos una nueva. Juntos, pero sin mentiras.”

Ferit la mira, aturdido. Su desafío es tan feroz como su declaración de una posibilidad. Ella no está pidiendo huir; está pidiendo reconstruir sobre las ruinas.

“¿Y cómo sugieres que hagamos eso?” pregunta Ferit, con un cinismo amargo que apenas oculta su vulnerabilidad. “¿Con reglas?”

“Con respeto,” responde Seyran, sus ojos brillando con lágrimas no derramadas. “Con la promesa de que seremos honestos el uno con el otro. Y con la aceptación de que esta no es solo tu vida o la mía, sino una nueva vida que debemos escribir desde cero. De lo contrario, Ferit, si sigues viéndome como tu prisionera… entonces sí, esta historia se romperá para siempre.”

Halis Ağá observa la escena, con un leve, casi imperceptible movimiento en sus ojos. Él ve la pasión y el drama que alimentan a los jóvenes Korhan.

Ferit da otro paso, ahora no con furia, sino con una confusión desgarradora. Se detiene justo en frente de Seyran. La atracción entre ellos es un campo de minas.

“Una nueva vida…” murmura Ferit, el nombre de ella es un suspiro. “¿Y si no puedo cambiar? ¿Y si te vuelvo a romper?”

Seyran le sostiene la mirada, la verdad de sus palabras es su única armadura. “Entonces sabré que la ruptura es total. Pero primero, tienes que intentarlo. Yo lo haré. Intentemos renacer, Ferit. Por una última vez.”

El silencio vuelve a caer sobre el salón. Es un silencio que no significa el final, sino el turbulento comienzo de un pacto peligroso. El destino de Ferit y Seyran cuelga de un hilo tan delgado como un beso no dado.