Una Nueva Vida Capitulo 6: ¡Suna amenaza a Pelin!
El ambiente en el exclusivo gimnasio de la mansión Korhan es tenso, el aire acondicionado solo consigue hacer más palpable la frialdad entre las dos mujeres. Es un espacio de lujo brutal, con espejos que reflejan cada movimiento y cada intención oculta.
Suna (la hermana resentida, ahora con una peligrosa ambición) está haciendo ejercicios con una fuerza metódica que roza lo obsesivo. Su rostro es una máscara de concentración, pero sus ojos están ardiendo.
A su lado, Pelin (la ex-novia de Ferit, cuya presencia es una constante y descarada amenaza para Seyran), también entrena, con una arrogancia cómoda que sugiere que ella sigue sintiéndose la verdadera dueña del lugar.
Pelin sonríe con suficiencia. “Vaya, Suna. Veo que estás trabajando duro. ¿Intentando ponerte a la altura de tu hermana? Debes saber que Ferit prefiere a las chicas con fuego, no con esa melancolía de mártir que tienes.”

El golpe es preciso y cruel. Suna se detiene abruptamente. Su respiración es pesada, pero no por el esfuerzo físico. Gira lentamente, y su mirada se encuentra con la de Pelin. Hay una determinación gélida en Suna que nunca antes había mostrado.
“Tú hablas mucho de fuego, Pelin,” dice Suna, su voz es peligrosamente suave. “Pero tu fuego ya se ha extinguido. Eres el pasado. Y no importa lo mucho que intentes merodear por aquí, Ferit te ha reemplazado.”
Pelin suelta una carcajada aguda. “¿Reemplazado? Querida, yo soy el reemplazo constante. Soy el secreto a voces de Ferit. Y créeme, por mucho que se haya casado con la niña de pueblo, él sigue viniendo a mí. Sigo siendo su válvula de escape. Algo que ni tú, ni tu hermana seréis nunca.”
Esa última frase rompe la ya delgada cuerda de la paciencia de Suna. La humillación de haber sido rechazada por Ferit y el rencor hacia Seyran se canalizan ahora en un odio puro contra Pelin.
Suna se acerca a ella, con una velocidad impactante. Se detiene a solo unos centímetros. La atmósfera es eléctrica.
“Escúchame bien, Pelin,” dice Suna, su voz ahora es un escalofriante susurro. “Tú eres el veneno que está destruyendo lo poco que queda de paz en esta casa. Estás usando a Ferit para torturar a Seyran, y por extensión, a mí.”
Suna se inclina más. “Yo sé lo que es perder a Ferit. Y sé lo que es la desesperación. No me importa tu historia con él. Pero si sigues apareciendo y usando a Seyran como tu blanco para recuperar a ese hombre… te juro que vas a desear no haber conocido nunca a la familia Korhan.”
Pelin, aunque sorprendida por la intensidad de Suna, intenta mantener la compostura. “¿Me estás amenazando? ¿Tú? La hermana perdedora que nadie quiso.”
“No es una amenaza, es una promesa,” corrige Suna, con una escalofriante seriedad. “Yo no tengo nada que perder, Pelin. Y la gente que no tiene nada que perder es la más peligrosa. Sal de esta casa. Desaparece. O voy a contarle a la familia todo sobre tus pequeños secretos y cómo intentas destruir el matrimonio del heredero. El castigo de Halis Ağá es mucho peor que cualquier cosa que Ferit pueda hacerte.”
Pelin empalidece. El nombre de Halis Ağá ha congelado su burla. Ella sabe que el juicio del patriarca es definitivo. Suna ha encontrado el punto débil y lo ha atacado con una precisión fría.
Suna retrocede, con una mirada triunfante y maligna. “Ahora, si me disculpas. Voy a continuar mi entrenamiento. Necesito estar fuerte para la nueva vida que me espera en esta mansión. Y tú, Pelin, ya no formas parte de ella.”
Pelin se queda sola, petrificada, su arrogancia destrozada. Suna, la antigua víctima, acaba de revelar su lado oscuro y su potencial destructivo. El drama no está solo en el triángulo Ferit-Seyran-Pelin, sino en la creciente maldad de Suna, que está dispuesta a eliminar a cualquiera que se interponga en su camino hacia el poder en la mansión.