Una Nueva Vida 70: ¡Ferit descubre el secreto mortal de Seyran!
Era una noche oscura y lluviosa en Estambul. La ciudad, que nunca dormía, se veía ahora envuelta en una niebla espesa, con el sonido de la lluvia martillando las calles solitarias. Ferit, el joven abogado con un pasado lleno de secretos, caminaba hacia su destino con una determinación inquebrantable. Había algo en su interior que le decía que estaba a punto de descubrir una verdad que cambiaría su vida para siempre.
Había pasado semanas sospechando de Seyran, la mujer en la que confiaba profundamente, pero había algo que no terminaba de encajar. El enigma se había ido construyendo poco a poco, cada palabra, cada mirada, cada gesto de ella, parecía tener una capa oculta que Ferit aún no había desvelado. Pero esa noche, después de una serie de sucesos inquietantes, sabía que no podía esperar más. Había llegado el momento de enfrentar la verdad.

La sala de estar de la mansión de Seyran estaba iluminada tenuemente por la luz de las velas. Ella, elegantemente vestida, lo esperaba con una sonrisa en los labios, pero Ferit podía ver en sus ojos algo que no había notado antes: miedo. Un miedo profundo que no era producto de la oscuridad ni de la tormenta. Había algo en ella que, por primera vez, lo hacía sentir incómodo.
“Seyran, necesito hablar contigo,” dijo Ferit, su voz grave y seria, mientras cerraba la puerta detrás de él.
Ella se levantó lentamente del sofá, su rostro mostrando una mezcla de inquietud y calma forzada. “¿De qué se trata, Ferit? Estás muy serio.”
Ferit la observó fijamente. La imagen de la mujer que había aprendido a amar, la mujer que parecía tener todo bajo control, ahora se desmoronaba ante él. Había algo en su postura, en su actitud, que lo hacía sentirse como si estuviera ante una desconocida. Algo que no lograba entender, pero que lo sentía con una claridad asfixiante.
“Te he estado observando, Seyran. Y no me gusta lo que he encontrado. Hay demasiados cabos sueltos, demasiadas mentiras que estás ocultando.”
Seyran dio un paso atrás, sorprendida, pero rápidamente se recompuso. “¿Qué estás insinuando, Ferit? No entiendo de qué hablas.”
Ferit dio un paso hacia ella. “Hace días encontré algo… algo que no puedo ignorar. Un documento, una carta… una carta que confirma lo que había sospechado. Todo lo que has hecho, todo lo que has planeado, tiene una razón. Y esa razón no tiene nada que ver con lo que me has dicho.”
Seyran tragó saliva, sus manos empezaron a temblar. “Ferit, por favor, no sigas. Estás equivocado. No sé de qué hablas. Lo que crees que sabes… no es lo que parece.”
Pero Ferit ya no podía retroceder. Había llegado demasiado lejos para dar marcha atrás. Abrió la mano, dejando caer sobre la mesa un sobre sellado, el mismo sobre que había encontrado entre los papeles de Seyran. Ella lo miró fijamente, sus ojos ahora reflejaban una mezcla de pánico y rabia contenida.
“No soy tonto, Seyran. Sabía que algo no estaba bien. Lo que hay en ese sobre, lo que encontré, es un secreto que has estado ocultando durante años. Un secreto mortal. Y ya no puedo ignorarlo.”
Seyran comenzó a caminar de un lado a otro, incapaz de mantenerse quieta. El rostro de Ferit era implacable. “Si me matas, si me haces daño, Ferit, nunca podrás vivir con la verdad. Nadie lo hará. No sabes lo que estás a punto de hacer, ni lo que te estás a punto de descubrir.”
“¿Qué significa eso?” Ferit se adelantó, su voz rota por la tensión. “¿Qué secreto estás tratando de proteger? ¿Por qué me mentiste? ¿Por qué lo hiciste?”
Seyran lo miró por un largo momento, la lluvia golpeando las ventanas, creando un ambiente aún más oscuro y peligroso. “Porque si lo supieras, nunca volverías a verme de la misma manera. Te perderías para siempre.”
La verdad golpeó a Ferit como un martillo. En ese momento, comprendió que las mentiras, las traiciones, todo lo que había sucedido entre ellos, no eran más que piezas de un rompecabezas mucho más grande y peligroso. Un rompecabezas que involucraba a personas poderosas, intereses oscuros, y una historia que iba mucho más allá de su relación. Seyran no era la mujer que él había creído.
“¿Qué has hecho?” murmuró Ferit, con los ojos fijos en ella. “¿Qué hiciste para ocultar este secreto?”
Seyran no respondió de inmediato. En cambio, sus ojos se llenaron de lágrimas, y la dureza de su fachada comenzó a desmoronarse. “Hice lo que tenía que hacer, Ferit. Hice lo que necesitaba para protegerme a mí misma, a mi familia. No podía dejar que los demonios del pasado nos destruyeran a todos.”
Ferit dio un paso atrás, procesando las palabras de Seyran. Ella, la mujer que amaba, había sido arrastrada a un mundo de oscuridad y peligro. Un mundo que nunca había conocido hasta ese momento, un mundo del cual ella había sido parte, pero que él nunca había visto. “Entonces, ¿todo esto fue una mentira? ¿Nuestra relación, nuestro futuro juntos?”
“Lo que sentí por ti fue real, Ferit”, respondió ella con un susurro de dolor en la voz. “Pero el pasado… el pasado nunca deja ir. Y ahora, ese pasado está aquí, frente a nosotros, esperando que tomemos una decisión.”
Ferit se quedó en silencio, mirando el sobre sobre la mesa. El peso de la verdad lo aplastaba, pero al mismo tiempo, le dejaba un rastro de desesperación. ¿Podría seguir adelante con esta relación después de todo lo que había descubierto? ¿Podría confiar en ella de nuevo?
De repente, la puerta de la mansión se abrió de golpe, y una figura apareció en el umbral, interrumpiendo el tenso silencio. Ferit y Seyran giraron al mismo tiempo, sus corazones latiendo con fuerza. La historia estaba a punto de tomar un giro aún más inesperado.