“Tú eres mi sueño”: la peligrosa fantasía de Suna con Ferit que la aleja cada vez más de Seyran
La noche caía sobre la ciudad, y con ella, las luces comenzaban a parpadear en la distancia. En el elegante apartamento de Ferit, el ambiente estaba cargado de tensión. La relación entre Ferit y Seyran había pasado por momentos difíciles, y la sombra de Suna, la hermana de Seyran, se cernía sobre ellos como una tormenta inminente.
Un encuentro inesperado
Suna había estado lidiando con sus propios demonios. Desde que había regresado a la vida de Ferit y Seyran, no podía dejar de pensar en él. La atracción que sentía por Ferit era intensa y peligrosa. A pesar de su lealtad hacia su hermana, la fantasía de estar con Ferit la consumía, llevándola a un abismo del que no sabía si podría escapar.

Una noche, Suna decidió visitar a Ferit. La excusa fue simple: quería hablar sobre su hermana y su relación. Pero en el fondo, sabía que su verdadera intención era estar cerca de él, aunque solo fuera por unos momentos.
“¿Puedo pasar?” preguntó Suna, su voz temblando ligeramente mientras se acercaba a la puerta. Ferit la miró, sorprendido, pero asintió. “Claro, Suna. ¿Qué sucede?”
La atracción prohibida
Una vez dentro, la tensión entre ellos era palpable. Suna se sentó en el sofá, jugando nerviosamente con sus manos. “He estado pensando en Seyran y en lo que están pasando,” comenzó, intentando mantener la conversación en un terreno seguro. Pero Ferit, con su mirada intensa, la interrumpió.
“Suna, sabes que siempre puedes hablar conmigo. Estoy aquí para ti y para Seyran.”
Las palabras de Ferit resonaron en su mente como un eco. “Pero… ¿y si quiero hablar de nosotros?” murmuró Suna, sintiendo cómo su corazón se aceleraba.
La fantasía comienza
Ferit frunció el ceño, confundido. “¿Nosotros? No entiendo a qué te refieres.” Pero Suna no pudo contenerse. La atracción que sentía por él era abrumadora, y la idea de que podían ser algo más la seducía.
“He soñado contigo, Ferit. En mis sueños, somos felices juntos. No hay nada que se interponga entre nosotros,” confesó, sintiendo una mezcla de miedo y emoción.
Ferit se quedó en silencio, procesando sus palabras. “Suna, eres la hermana de Seyran. Esto no puede ser…” Pero Suna se acercó más, su mirada ardiente.
“¿Por qué no? ¿No sientes algo por mí? La conexión que tenemos es real. No puedo seguir ignorándolo.”
El dilema de Ferit
Ferit se sintió atrapado entre dos mundos. La lealtad hacia Seyran y la atracción por Suna lo llevaban a un lugar oscuro. “Esto es un error, Suna. No podemos hacer esto. Seyran… ella es la mujer que amo.”
Suna se acercó aún más, su voz suave y seductora. “Pero, ¿qué pasa si yo también te amo? ¿Qué pasa si estamos destinados a estar juntos?” Sus palabras eran como un hechizo, y Ferit sintió que su resolución comenzaba a desvanecerse.
La lucha interna
Mientras tanto, en otro lugar de la ciudad, Seyran se encontraba en su apartamento, sintiendo una inquietud que no podía explicar. Había notado que Ferit estaba distante, y la idea de que Suna pudiera estar interviniendo en su relación la llenaba de ansiedad. “¿Qué estará pasando entre ellos?” se preguntaba, mientras su mente viajaba a escenarios oscuros.
Seyran decidió llamar a Ferit, pero él no contestó. La preocupación creció en su pecho. “Necesito hablar con él. Debo saber la verdad,” pensó, sintiendo que la incertidumbre la consumía.
El momento decisivo
De vuelta en el apartamento de Ferit, la tensión entre él y Suna alcanzaba su punto máximo. “Dime que sientes algo por mí, Ferit. Dímelo y todo cambiará,” suplicó Suna, su voz llena de desesperación.
Ferit, luchando contra sus propios sentimientos, finalmente cedió. “Suna, no puedo negar que hay algo entre nosotros, pero…” Su frase quedó sin terminar, atrapada en la atmósfera cargada de emociones.
Suna, sintiendo que había logrado abrir una puerta, continuó. “No hay que tener miedo. Podemos ser felices, Ferit. Solo tú y yo.”
La llegada de Seyran
Justo en ese momento, la puerta se abrió de golpe, y Seyran entró, su rostro pálido y lleno de preocupación. “Ferit, necesitaba verte. He estado sintiendo que hay algo que no me has contado.”
La escena que se desarrolló ante ella fue devastadora. Ferit y Suna estaban demasiado cerca, y la tensión en el aire era palpable. “¿Qué está pasando aquí?” preguntó Seyran, su voz temblando de rabia y dolor.
La confrontación
Ferit se levantó rápidamente, intentando explicarse. “Seyran, yo…” Pero Suna, sintiendo que su mundo se desmoronaba, tomó la delantera.
“No es lo que piensas, Seyran. Ferit y yo estábamos hablando de sentimientos. No es mi culpa que tú no estés aquí para él.”
Seyran sintió que el suelo se desvanecía bajo sus pies. “¿Sentimientos? ¿Desde cuándo tienes sentimientos por él? Eres mi hermana, Suna. ¿Cómo puedes hacerme esto?”
El dolor de la traición
La traición se sentía como una puñalada en el corazón de Seyran. “Siempre he estado a tu lado. ¿Y ahora me traicionas de esta manera?” Las lágrimas comenzaron a brotar de sus ojos, y la ira se mezclaba con la tristeza.
Ferit, atrapado entre las dos mujeres, se sintió impotente. “Seyran, por favor, escucha. No ha pasado nada. Suna solo está confundida.”
“Confundida o no, esto es inaceptable,” respondió Seyran, su voz llena de dolor. “No puedo creer que esto esté sucediendo.”
La elección de Ferit
Ferit sabía que debía tomar una decisión. La presión aumentaba, y se dio cuenta de que no podía dejar que su indecisión destruyera lo que había construido con Seyran. “Suna, esto tiene que parar. No puedo seguir así. Mi corazón pertenece a Seyran.”
Suna sintió que su mundo se desmoronaba. “Pero… Ferit, ¿y nuestros sueños? ¿Y lo que podríamos ser?”
“No puedo vivir en una fantasía,” respondió Ferit, su voz firme. “Lo que siento por ti no es suficiente para arriesgar mi amor por Seyran.”
La ruptura
Seyran, aún herida, se dio cuenta de que su relación con Ferit estaba en juego. “Si hay algo que esta situación nos ha enseñado, es que debemos ser honestos. Si hay algo entre tú y Suna, no puedo seguir aquí.”
La declaración de Seyran resonó en el aire, y Ferit sintió que el peso del mundo caía sobre sus hombros. “No quiero perderte, Seyran. Haré lo que sea necesario para demostrarte que eres mi única prioridad.”
La decisión final
Suna, sintiéndose derrotada, dio un paso atrás. “Si eso es lo que quieres, Ferit, no puedo obligarte a sentir algo que no sientes. Solo quería que supieras que te amo.” Con esas palabras, se dio la vuelta y salió del apartamento, dejando a Ferit y Seyran solos en un silencio tenso.
La reconciliación
Ferit se acercó a Seyran, sintiendo que el momento era crucial. “Seyran, por favor, no me dejes. Te prometo que no habrá más secretos. Solo quiero construir un futuro contigo.”
Seyran, con lágrimas en los ojos, asintió lentamente. “Necesito tiempo para sanar, Ferit. La traición de Suna me ha herido profundamente.”
“Entiendo,” dijo Ferit, su voz llena de sinceridad. “Te daré todo el tiempo que necesites. Pero quiero que sepas que mi amor por ti es real.”
Un nuevo comienzo
A medida que la noche avanzaba, Seyran y Ferit se dieron cuenta de que su amor podía superar incluso las pruebas más difíciles. Aunque el camino por delante sería complicado, estaban dispuestos a enfrentarlo juntos. La fantasía de Suna había sido peligrosa, pero había servido como un catalizador para que ambos se dieran cuenta de lo que realmente importaba: su amor y su compromiso mutuo.
“Tú eres mi sueño, Seyran,” susurró Ferit, mientras la abrazaba con fuerza. “Y no dejaré que nada ni nadie se interponga en nuestro camino.”
Con esa promesa en el aire, ambos comenzaron a imaginar un futuro juntos, dejando atrás las sombras del pasado y abrazando la luz de un nuevo comienzo.