Sueños de Libertad Capítulo 421 (Avance Exclusivo: ¡María Descubre el Plan Secreto de Gabriel!
La brisa suave de la tarde se colaba por las rendijas de la vieja casa, trayendo consigo un aire de misterio que parecía envolver cada rincón. María, con el corazón latiendo desbocado, se encontraba en la biblioteca, un lugar que siempre había sido su refugio. Sin embargo, hoy, la atmósfera era diferente; una sensación de inquietud la invadía mientras hojeaba un viejo libro.
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El sonido de pasos resonó en el pasillo, y María se detuvo en seco. Su mente comenzó a correr, recordando las últimas semanas. Gabriel, su amigo de toda la vida, había estado actuando de manera extraña. Sus ojos, normalmente llenos de alegría, ahora estaban nublados por un secreto que parecía consumirlo. María había notado su ausencia en los momentos más importantes, y una sombra de preocupación se instaló en su pecho.
Decidida a descubrir la verdad, María había comenzado a investigar. Con cada pista que encontraba, la trama se volvía más compleja. Gabriel había mencionado a un grupo de personas que se reunían en secreto, pero nunca le había dado detalles. ¿Qué estaba tramando? ¿Por qué no podía confiar en ella? Las preguntas la atormentaban, y su determinación crecía.
Mientras hojeaba las páginas amarillentas del libro, un pequeño papel cayó al suelo. María se agachó y lo recogió. Era una nota, escrita con la caligrafía apresurada de Gabriel. Su corazón se detuvo al leer las palabras: “No puedo confiar en nadie más. El plan debe llevarse a cabo esta noche. Si algo sale mal, recuerda que siempre estaré contigo”.
Las palabras resonaron en su mente como un eco. ¿Qué plan? ¿Por qué la incluía en sus pensamientos? María sintió una mezcla de miedo y curiosidad. Sin pensarlo dos veces, decidió que debía confrontarlo.
Esa noche, el cielo estaba cubierto de estrellas, pero la luna apenas iluminaba el camino. María se dirigió hacia el lugar donde sabía que Gabriel se reuniría con sus cómplices. Su corazón latía con fuerza mientras se acercaba al claro del bosque, un lugar que había sido testigo de sus risas y sueños compartidos, pero que ahora se convertía en el escenario de un posible engaño.
Al llegar, se escondió detrás de un árbol y observó. Las sombras danzaban a la luz de una fogata, y las voces se entrelazaban en un murmullo. Gabriel estaba allí, y su expresión era seria, casi sombría. María sintió un escalofrío recorrer su espalda. ¿Qué estaba planeando?
Escuchó fragmentos de la conversación. Se hablaba de un “gran golpe”, de un plan que cambiaría sus vidas para siempre. Gabriel mencionó a alguien llamado “El Jefe”, un nombre que resonaba con peligro. María sintió que el aire se le escapaba. ¿Qué había hecho su amigo? ¿Cómo se había involucrado en algo tan oscuro?
La angustia la invadió, pero no podía quedarse ahí sin hacer nada. Con valentía, salió de su escondite y se acercó al grupo. “¡Gabriel!”, exclamó, su voz temblando. Todos se volvieron hacia ella, y el silencio se apoderó del lugar.
Gabriel la miró con sorpresa, pero también con preocupación. “María, ¿qué haces aquí?”, preguntó, su tono revelando una mezcla de sorpresa y desasosiego.
“¿Qué está pasando, Gabriel? ¿Qué es todo esto?”, exigió ella, su mirada fija en él. La tensión era palpable, y los demás comenzaron a murmurar entre ellos.
“Esto no es para ti”, dijo Gabriel, tratando de mantener la calma, pero su voz traicionaba su nerviosismo. “Tienes que irte”.
“No puedo irme. Eres mi amigo, y tengo derecho a saber la verdad”, respondió María, su determinación creciendo con cada palabra. “¿Qué planeas? ¿Por qué no me lo dijiste?”
Los ojos de Gabriel se llenaron de conflicto. “Es complicado, María. Hay cosas en las que no puedes involucrarte. No es seguro”.
“¡No me digas que no es seguro!”, gritó ella, sintiendo que la rabia la consumía. “¡Me has dejado fuera de esto! ¡Me has mentido!”
El grupo comenzó a inquietarse, y uno de los hombres al lado de Gabriel dio un paso adelante. “Tal vez deberíamos deshacernos de ella”, sugirió con una sonrisa siniestra.
María sintió un escalofrío recorrer su espalda. “¡No! ¡No voy a permitir que le hagan daño a Gabriel!”, exclamó, mirando a su amigo con desesperación. “Dime la verdad, Gabriel. ¿Qué está pasando?”
Gabriel, enfrentado a la presión, finalmente cedió. “Estamos planeando un golpe para recuperar lo que nos pertenece. Pero no es solo un robo, hay mucho más en juego. No puedo arriesgarte, María”.
Los ojos de María se llenaron de lágrimas. “¿Por qué no me lo dijiste antes? ¿Por qué no confías en mí?”
“Porque no quiero que te metas en esto”, respondió él, su voz llena de angustia. “No quiero que te lastimen”.
La tensión era palpable, y el grupo comenzó a moverse inquieto. María sabía que debía actuar rápido. “No voy a dejar que te pongan en peligro. Si estás involucrado, entonces también debo estarlo. ¡No me dejes fuera!”, gritó, su voz resonando en el aire nocturno.
Gabriel la miró, y en su mirada había una mezcla de amor y desesperación. “María, esto es peligroso. No sabes en lo que te estás metiendo”.
“Tal vez no, pero no puedo quedarme de brazos cruzados. Si esto es lo que quieres hacer, entonces estoy contigo”, declaró ella con determinación.
El grupo se quedó en silencio, y la tensión se cortaba con un cuchillo. Gabriel sabía que había cruzado una línea, pero también comprendía que no podía alejar a María de su lado. “Está bien”, susurró finalmente. “Pero debes prometerme que no te harás daño”.
María asintió, sintiendo que su destino estaba sellado. Juntos enfrentarían lo que viniera, sin importar las consecuencias. El plan estaba en marcha, y la noche apenas comenzaba.