Sueños de Libertad Capítulo 406 (Venganza de Gabriel: obligar a vender con sabotaje financiero)

El capítulo 406 de Sueños de Libertad se erige como una entrega crucial en la trama, cargada de tensión, confesiones, intrigas y planes de venganza que amenazan con arrastrar a todos los personajes a un punto sin retorno. La acción se abre en el hotel, donde Isabel, con el teléfono en la mano y el corazón acelerado, enfrenta a Gabriel en un momento decisivo. Él, con el rostro marcado por la angustia, intenta justificar sus mentiras pasadas asegurando que, en algún momento, pensó en decirle toda la verdad.

Gabriel, con un tono entre la desesperación y la súplica, le plantea a Isabel que si realmente solo la hubiera buscado por interés, habría desaparecido de su vida mucho antes. Su permanencia y cercanía, según él, son pruebas de que sus sentimientos tienen una base real. Isabel, sin embargo, no logra comprender del todo sus motivaciones y le responde con dolor que solo él puede conocer sus verdaderas razones. En ese momento, Gabriel confiesa que al abrirse de esa manera está poniendo su vida en manos de Isabel, ya que si Damián descubriera sus planes, haría todo lo posible para enviarlo a la cárcel.

El timbre del teléfono irrumpe en la escena, generando aún más tensión. Isabel atiende con un “Familia de la Reina, dígame”, y al otro lado una voz extraña pregunta quién habla con tono nervioso. Sin vacilar, Gabriel arrebata el aparato y corta la comunicación. Isabel, desconcertada, lo enfrenta, pero él responde con determinación: su plan ha sido hundir Perfumerías La Reina para que Brosart pudiera adquirirla por un precio inferior. Isabel, impactada, le pregunta si trabaja para Brosart, pero Gabriel lo niega, afirmando que lo hace por sí mismo, aunque admite que ambos comparten intereses en común.

Isabel, alarmada por el peligro que eso implica, le advierte que su plan puede arruinarle la vida, pero Gabriel asegura que vale la pena correr el riesgo. Explica cómo, tras aceptar vivir con la familia por petición de Damián, acabó atrapado en su propia trampa. Creyó ingenuamente que su amor por Isabel bastaría para sostenerlos, pero reconoce que si lo descubren lo destruirán. Isabel, conmovida y aún herida, admite que sus mentiras le han dolido, pero no quiere que le ocurra nada malo, sobre todo por culpa de aquellos que ambos desprecian. De ese modo, termina mostrando su apoyo. Gabriel, aliviado, confiesa que temió perderla, pero ahora siente fuerzas renovadas para consumar su venganza, porque sabe que ella estará a su lado.

En paralelo, en la casa de Irene, se desarrolla una conversación significativa con Cristina. Irene, cansada de la soledad y de una casa demasiado grande, confiesa que piensa en venderla. Cristina la anima asegurando que no tendría problemas para encontrar comprador. Pero Irene sorprende al proponerle que se mude con ella, algo que Cristina no rechaza del todo, aunque confiesa que duda si debe quedarse en Toledo. Irene, sorprendida, le pregunta por qué, y Cristina baja la mirada para confesar que se ha enamorado de Luis Merina, un hombre casado. Su dilema amoroso la lleva a considerar abandonar la fábrica y vender sus acciones, aunque Irene la intenta convencer de que como accionista tiene una responsabilidad.

El dilema de Cristina refleja la lucha interna entre el deber y el corazón. Ella no sabe si debe marcharse para evitar el sufrimiento o quedarse para asumir sus obligaciones. En medio de esa conversación, Irene encuentra un hallazgo inquietante: la cartilla bancaria que José tenía con su difunta esposa. Descubre que ha habido movimientos recientes, con retiros de seis mil pesetas cada semana, lo que revela que José o alguien cercano seguía utilizando esa cuenta. El hallazgo de un sobre con otra cantidad y la dirección de un apartado de correos en Toledo abre una nueva incógnita, un enigma que podría conectar con la misteriosa desaparición de José. Irene y Cristina coinciden en que necesitarán ayuda, por lo que deciden recurrir a Ángel Ruiz.

De regreso en el hotel, Gabriel retoma la conversación con Isabel y, con frialdad, le explica que Perfumerías La Reina está tambaleándose. Solo falta el golpe definitivo para obligar a los accionistas a vender a Brosart. Isabel, temiendo perderlo, le pregunta si volverá a Francia, pero Gabriel le promete que no: quiere que ella vaya con él a Toledo para ayudarlo a dirigir la fábrica. Isabel, incrédula, escucha cómo él le ofrece no solo un plan de venganza, sino también la posibilidad de compartir un futuro. Movida por el odio hacia quienes la humillaron, Isabel acepta con firmeza, asegurando que quiere formar parte de su plan. Incluso se plantea renunciar a su trabajo para estar con él, aunque Gabriel la detiene con frialdad, advirtiéndole que su cercanía pondría en riesgo la operación.

Isabel, con la necesidad de certezas, impone una condición clara: debe recibir noticias de él cada semana. Gabriel promete cumplirlo, sellando así un pacto peligroso, cargado de desconfianza y manipulación.

En la casa de los Reina, mientras tanto, María sigue fingiendo su enfermedad, aunque su teatro comienza a tambalearse. Un descuido al derramar té caliente casi la delata frente a Manuela. Gabriel entra y ella, con tono sarcástico, le pregunta por su regreso de Madrid. Él, sin dudar, le dice que ha tenido que contarle a Isabel más de lo que quería, revelándole incluso que está en Toledo para sabotear la fábrica desde dentro. María, alarmada, lo reprende duramente. Le recuerda que lo que le pidió fue que reconquistara a Isabel, no que le revelara sus planes.

Gabriel, convencido de que su estrategia es la correcta, asegura que Isabel es lo suficientemente inteligente como para necesitar pruebas de su sinceridad, y que ahora hará lo que él quiera. María, cada vez más preocupada, le advierte que las sospechas comienzan a crecer. Begoña ya ha comentado a Andrés y a Damián que Gabriel se ha reunido dos veces de noche con un supuesto cliente, algo que pronto levantará preguntas. Gabriel, con desdén, responde que será María la que despierte sospechas si sigue descuidándose. Molesta, ella le devuelve la advertencia y lo insta a resolver todo cuanto antes.

Este episodio se convierte en un punto de quiebre donde los planes ocultos, las pasiones no resueltas y los secretos financieros se entrelazan. Gabriel avanza en su venganza, dispuesto a sabotear a la familia Reina y forzarlos a vender. Isabel, atrapada entre el dolor y la lealtad, se convierte en su aliada, mientras Irene y Cristina descubren piezas clave en el misterio de José. Por otro lado, María empieza a perder el control sobre el plan que creía dominar, viendo cómo las mentiras y las sospechas amenazan con desmoronar todo.

El capítulo 406 de Sueños de Libertad muestra con crudeza cómo la venganza puede transformarse en un juego peligroso, donde cada decisión tiene consecuencias y cada secreto revelado se convierte en un arma de doble filo. El destino de Perfumerías La Reina y de todos sus personajes pende de un hilo cada vez más frágil, anticipando que lo peor está aún por llegar.