REMEDIOS ESTA A PUNTO DE CONFESAR LA VERDAD ANTE ANDRÉS, PERO ALGO LA DETIENE EN SUEÑOS DE LIBERTAD

En un nuevo y conmovedor episodio de Sueños de libertad, la historia se adentra en un momento de alta tensión emocional. La acción comienza con un Andrés decidido, cuya mirada refleja la mezcla de valentía y dolor que lo impulsa a buscar justicia. Ha llegado el momento de enfrentar la verdad que tanto tiempo ha permanecido oculta. Su objetivo es claro: descubrir la verdadera razón por la que Remedios está tras las rejas y qué papel juega Gabriel en toda esta trama de engaños y silencios.

Andrés visita a Remedios en la cárcel, un encuentro cargado de tensión y esperanza. Ella, al verlo, no puede ocultar su sorpresa ni su miedo. Con voz temblorosa le pregunta qué hace allí, pero Andrés, decidido, responde que ha venido a ayudarla. Sus palabras suenan sinceras, llenas de una convicción que logra conmover incluso a quien ya ha perdido la fe en la justicia. Sin embargo, Remedios intenta rechazar su ayuda. Nerviosa y temerosa, desvía la mirada, intentando proteger algo más grande que ella misma. Pero Andrés insiste: ha recibido una carta de su hija, en la que le confirma que su madre es inocente y que alguien la obligó a declararse culpable.

Al escuchar que su hija se ha comunicado con él, Remedios entra en pánico. Sus palabras se vuelven desesperadas: “No debió hacerlo. Es peligroso.” El miedo se apodera de ella, consciente de las amenazas que pesan sobre su familia. Andrés intenta tranquilizarla, asegurándole que está a salvo, pero Remedios se niega a seguir hablando. Teme por la vida de su hija, y ese miedo la domina por completo. Finalmente, entre lágrimas, confiesa que no teme por ella misma, sino por su hija. Alguien le advirtió que si hablaba, incluso desde prisión, irían tras la joven, y sabe que esa persona es capaz de cumplir su amenaza.

Andrés, con el corazón encendido por la indignación, le pide un nombre. Quiere saber quién fue el miserable que la obligó a incriminarse. Le promete que buscará la ayuda de un abogado y que no descansará hasta que se haga justicia. Pero sus palabras solo aumentan el miedo de Remedios, que reacciona con pánico: “Ni se le ocurra, por favor.” La desesperación se apodera de ella, sabiendo que cualquier paso en falso podría poner en riesgo a su hija. Andrés, sin embargo, no se rinde. Da un paso hacia adelante y lanza una pregunta directa, casi como una sentencia: “¿Fue Gabriel Reina quien la amenazó?”

El silencio que sigue a su pregunta es devastador. Remedios baja la mirada, derrotada por el miedo. Finalmente, con voz débil y resignada, dice: “Déjelo estar. Lo hice yo. Esa es mi versión oficial y no voy a cambiarla.” La frialdad de sus palabras no logra ocultar el temblor de su voz, y Andrés comprende que está ante una mujer aterrorizada, prisionera de algo mucho más grande que su propia condena.

Mientras esta escena se desarrolla en la cárcel, la historia nos traslada a un ambiente completamente distinto: la casa de los Reina. Gabriel, con su acostumbrada apariencia de calma y encanto, visita a Begoña, que se encuentra descansando. Su tono es dulce, preocupado, y al verla con malestares por el embarazo, adopta una actitud protectora. Le ofrece un masaje en los pies, mostrandose atento y cariñoso, mientras le confiesa que piensa constantemente en ella y en el hijo que esperan. Begoña, entre risas y cansancio, le responde con ternura, sin sospechar la profundidad de la manipulación que esconde su compañero.

Entonces, Gabriel saca una pequeña caja de su bolsillo. Dentro, un anillo brilla con promesas que no están exentas de engaño. “Begoña, ¿quieres casarte conmigo?” pregunta con una sonrisa calculada. Ella queda paralizada, sin saber qué decir. La sorpresa es tal que apenas logra responder. No se esperaba una propuesta de matrimonio tan repentina, y aunque siente afecto por Gabriel, algo dentro de ella se resiste. La duda se refleja en su mirada, un destello que él nota pero finge no ver.

De regreso en la cárcel, Andrés sigue intentando romper el muro de silencio que protege la verdad. Su voz se suaviza, buscando tocar la fibra más humana de Remedios. Le jura por lo más sagrado que protegerá a su hija si le cuenta la verdad. Ella lo escucha en silencio, con los ojos empañados. Pero su respuesta es devastadora: “No puede garantizarme lo que necesito. Váyase y olvídese de nosotras.” Aun así, Andrés no se da por vencido. La mira fijamente, suplicando una oportunidad de justicia, pero ella gira el rostro y responde con frialdad: “No puedo fiarme de nadie.”

La tensión llega a su punto máximo. Andrés promete sacarla de la cárcel y proteger a su hija, con o sin su colaboración. Sus palabras despiertan algo en Remedios, una esperanza apenas perceptible. Tras unos segundos de silencio, suspira profundamente y dice: “Si me asegura que a mi hija no le va a pasar nada, le contaré la verdad. Al juez, a quien sea. Pero me lo tiene que asegurar.” Su voz se quiebra, interrumpida por las lágrimas. Antes de que Andrés pueda responder, se levanta bruscamente y llama al guardia. La conversación termina abruptamente, dejando a Andrés con la amarga sensación de haber estado a un paso de la verdad, solo para verla escapar entre sus manos.

De nuevo en casa de los Reina, Gabriel intenta mantener su papel de hombre enamorado. Con el anillo en la mano, insiste en que lo suyo con Begoña es amor verdadero y que el embarazo solo ha acelerado lo inevitable. Ella, sin embargo, lo mira con seriedad. “Gabriel, sé sincero conmigo. Si no estuviera embarazada, ¿me habrías pedido casarte conmigo?” La pregunta lo toma por sorpresa, pero él responde con calma fingida, asegurando que su amor es real. Begoña no parece convencida. Quiere creerle, pero el instinto le advierte que algo no encaja.

Finalmente, con una mezcla de ternura y tristeza, le confiesa que lo ama, pero que no quiere precipitarse. Desea hacer las cosas bien, sin presiones ni engaños. Gabriel, aunque sonríe, oculta su frustración. Acepta su respuesta, pero deja entrever que no renunciará a sus planes.

El episodio concluye con dos almas atrapadas en la incertidumbre: Remedios, dividida entre el miedo y la verdad, y Begoña, entre el amor y la sospecha. Andrés, por su parte, se marcha decidido a descubrir la verdad, aun sabiendo que la lucha apenas comienza. En el aire queda la pregunta: ¿se atreverá Remedios a romper su silencio antes de que sea demasiado tarde? Y si lo hace, ¿qué precio deberá pagar por ello?

El misterio crece, la tensión aumenta y el corazón del espectador queda atrapado en un torbellino de emociones, donde la libertad y la verdad parecen ser sueños tan frágiles como peligrosos.