Avance del capítulo de ‘Sueños de libertad’ del martes, 4 de noviembre: Andrés sale algo cambiado del hospital

El majestuoso vestíbulo de la mansión De la Reina es el escenario de un regreso inquietante. La familia entera – Damián, Begoña, Marta, e incluso el siempre tenso Gabriel – espera a Andrés (el protagonista, que sale del hospital tras la explosión). Pero la alegría esperada es reemplazada por una aprehensión escalofriante.

La puerta se abre y Andrés entra. Físicamente, parece sano, vestido con ropas que ocultan sus cicatrices. Pero es su mirada lo que hiela la sangre. Ha salido del hospital cambiado.

Ya no es el hombre amnésico, el esposo confundido que la familia conoció. Es un hombre con una oscura serenidad, con ojos que parecen ver a través de las paredes y leer las almas. El trauma lo ha convertido en un depredador silencioso.

Avance del capítulo de 'Sueños de libertad' del martes, 4 de noviembre: Andrés  sale algo cambiado del hospital

Begoña corre hacia él, con los brazos abiertos, buscando el abrazo familiar. “¡Andrés! ¡Mi amor! Estás en casa. Por fin…”

Andrés acepta el abrazo, pero es rígido, casi mecánico. Su mirada no se enfoca en Begoña, sino que recorre la sala lentamente, deteniéndose en cada miembro de la familia, con una evaluación metódica y fría.

“Sí, Begoña,” dice Andrés, su voz es más grave, desprovista de su antigua calidez. “Estoy en casa. Y parece que tengo mucho que recordar.”

Damián se adelanta, con el rostro marcado por la culpa y la preocupación. “Hijo, tómate tu tiempo. El médico dijo que no te presionáramos. Tienes que descansar.”

Andrés sonríe, pero es una sonrisa sin alegría, una mueca que roza lo amenazante. “Oh, no, Padre. Presión es lo que necesito. Y tiempo… es precisamente lo que no pienso perder.”

Su mirada se fija brevemente en Gabriel, quien visiblemente palidece y desvía la mirada, incapaz de sostener la nueva intensidad de su hermano.

“Mientras estaba en el hospital,” continúa Andrés, dando unos pasos lentos, su figura proyectando una sombra sobre el suelo pulido, “tuve… mucho tiempo para pensar. Y para darme cuenta de que el mundo que conocía es muy distinto al que estoy a punto de descubrir.”

Se detiene en medio del salón, como un juez ante el estrado. “No soy el hombre que se fue, familia. Ese hombre… se quedó en el almacén.”

Marta interviene, intentando ser la voz de la razón. “Andrés, estás hablando de forma muy extraña. Solo necesitas recuperar fuerzas.”

“¿Extraña?” Andrés se vuelve hacia Marta, y hay un fondo de dolor bajo su frialdad. “Quizás es la honestidad lo que les resulta extraño. Les aseguro que lo que está por venir en esta casa será mucho más extraño que mis palabras. Porque la verdad… la verdad es una bomba de relojería.”

Su última frase es una amenaza velada que revela su nueva misión. El Andrés que ha regresado ha perdido la amnesia, pero ha ganado la certeza de la traición. Ha dejado atrás la inocencia del amnésico para convertirse en un investigador implacable. La familia ha recuperado a su hijo, pero ha traído a casa a un desconocido peligroso que está a punto de desmantelar todos sus secretos.

El martes, 4 de noviembre, el ambiente en la mansión cambia de preocupación a miedo. El nuevo Andrés es la mayor amenaza para los Sueños de Libertad de todos.