Avance del capítulo 416 de Sueños de libertad (jueves, 16 de octubre): Gabriel pone en marcha su plan más peligroso

El viento soplaba con fuerza aquella tarde en la ciudad, como si la naturaleza misma presagiara la tormenta que Gabriel estaba a punto de desatar. Caminaba por las oscuras calles con paso firme, sus pensamientos más agitados que nunca. Todo había llevado a este momento: años de decisiones difíciles, alianzas rotas y secretos guardados en las sombras. El plan estaba en marcha, y no había vuelta atrás.

En la solitaria oficina de su apartamento, Gabriel observó el mapa extendido sobre la mesa. Cada línea, cada detalle de las rutas y los contactos, todo estaba perfectamente trazado. La información había llegado a su poder gracias a una serie de fuentes confiables, pero incluso él sabía que en este juego, la confianza era una moneda muy valiosa, y rara vez circulaba de manera justa.

Avance del capítulo 416 de Sueños de libertad (jueves, 16 de octubre):  Gabriel pone en marcha su plan más peligroso

Se detuvo frente a un retrato de su madre. Su mirada se suavizó por un instante, antes de que un brillo frío y calculador tomara el control de sus ojos. “Es por ella, todo esto es por ella”, pensó. No podía fallar. Había jurado proteger a su familia a toda costa, incluso si eso significaba cruzar límites que nunca imaginó cruzar.

Mientras tanto, en otro rincón de la ciudad, los demás jugadores se preparaban para lo que parecía ser el fin de un largo juego de ajedrez. Pero nadie sospechaba que Gabriel ya había hecho su jugada maestra. Los rivales, confiados en su victoria, no sabían que el tablero ya estaba siendo reorganizado bajo sus pies.

“Todo está listo”, dijo una voz detrás de él. Era Raquel, su confidente, su aliada más fiel en todo esto. La mujer había sido su apoyo en las horas más oscuras, y aunque la duda siempre había rondado entre ellos, ahora su mirada era tan decidida como la de Gabriel.

“¿Y los demás?” Gabriel respondió sin apartar la vista del mapa. “¿Están en posición?”

Raquel asintió lentamente. “Sí, ya lo están. El primero de los envíos se ha hecho, y las rutas están abiertas. Todo está listo para el próximo movimiento.”

El silencio llenó la habitación durante un par de segundos. Gabriel sabía que Raquel no era una mujer de palabras vacías. Su lealtad estaba sellada con la sangre de los sacrificios pasados, y si había algo que él confiaba completamente, era en ella. Pero aún así, el peso de la decisión lo ahogaba.

“Entonces, ¿qué nos detiene?” Gabriel finalmente rompió el silencio.

Raquel se acercó a él, su voz baja pero firme. “Nada. Pero ten cuidado, Gabriel. Si todo sale mal, perderemos más que solo nuestra libertad. Esta vez, podríamos perderlo todo. No sólo tú y yo, sino también a quienes estamos intentando proteger.”

Las palabras de Raquel cayeron pesadas en la atmósfera. Gabriel sabía que no podía confiar en nadie más para detener lo que ya estaba en marcha. El plan, aunque arriesgado, tenía una sola salida: éxito o ruina total. Y en su mente, la única opción posible era el éxito.

De repente, el teléfono de Gabriel vibró sobre la mesa. Un mensaje de texto, con un solo número: El Director. No había necesidad de más palabras. Era una señal. El momento había llegado.

Gabriel se levantó rápidamente, sus dedos presionando con determinación las teclas de su celular. No había espacio para errores ahora. Cada segundo contaba. “La operación comienza ahora. No hay marcha atrás”, escribió. En ese instante, su teléfono vibró nuevamente. Un mensaje corto, directo, que solo podía haber sido enviado por una persona en quien Gabriel confiaba ciegamente.

“Todo está preparado. Tienes una ventana de 20 minutos.”

Con una última mirada a Raquel, Gabriel se apresuró a salir del apartamento. No había tiempo que perder. En su interior, el nerviosismo comenzaba a mezclarse con la adrenalina. Sabía que las cosas se complicarían, pero nada lo detendría. Tenía que actuar antes de que los enemigos se dieran cuenta de lo que estaba sucediendo.

Mientras caminaba hacia el coche, su mente repasaba cada paso del plan. Todo estaba coordinado: las distracciones, los códigos secretos, la red de aliados en cada rincón de la ciudad. Gabriel había jugado a las sombras durante mucho tiempo, pero ahora, por fin, estaba a punto de salir a la luz. Sin embargo, algo en su instinto le decía que no todo saldría según lo planeado. En la vida de los hombres como él, siempre había algo imprevisible.

Al llegar al vehículo, Raquel lo alcanzó rápidamente, su rostro tan serio como siempre. “Recuerda, Gabriel”, dijo en voz baja mientras le entregaba un pequeño dispositivo. “Este será tu seguro. Si algo sale mal, usalo. No dejes que el plan se desvanezca.”

“Lo sé”, respondió Gabriel, guardando el dispositivo en su bolsillo. Se subió al coche y arrancó el motor. El camino hacia lo desconocido se abría ante él.

Las luces de la ciudad parpadeaban mientras avanzaba a gran velocidad, cada giro en la carretera acercándolo más a su destino final. Un destino que podría significar la redención o la condena, no solo para él, sino para todos aquellos involucrados en su plan más peligroso.

En el aire, se sentía la tensión. Gabriel había puesto todo en juego, pero aún no sabía si el final de esta historia sería su victoria o su perdición. Lo único que tenía claro era que no había marcha atrás. Y en ese instante, justo cuando la sombra de la duda quería apoderarse de él, una sola certeza lo mantuvo firme: no podía fallar.