AVANCE DE SUEÑOS DE LIBERTAD, MIÉRCOLES 24 DE SEPTIEMBRE, ANTENA 3, CAPÍTULO 403, EL ENFRENTAMIENTO
El próximo episodio llega cargado de tensión, secretos y giros inesperados en la vida de los personajes de la familia Reina y su entorno. La historia arranca en la casa principal, donde María, algo vulnerable por su situación física, le pide a Gabriel que la acompañe a Madrid al día siguiente para asistir a su sesión de rehabilitación. Con frialdad, él se niega alegando una reunión importante cuyo horario desconoce. La respuesta de Gabriel, distante y sin un mínimo de empatía, enciende la desconfianza de María, que lo enfrenta de inmediato. Ante la incomodidad, Gabriel la lleva en su silla de ruedas hasta el despacho, decidido a aclarar ciertos asuntos.
Ya en privado, el tono de la conversación cambia. Gabriel lanza una sospecha directa: cree que Pelayo pudo haber sido la persona que pasó información sensible a don Pedro. La pregunta sorprende a María, que le responde con otra: ¿por qué piensa algo así? Gabriel insiste en que Pelayo siempre mostró recelo desde su llegada, mientras que Andrés jamás traicionaría a la familia. Más aún, revela que Pelayo hizo llamadas extrañas a Tenerife interesándose por él. María, confundida, no recuerda que Marta le haya contado nada al respecto, y sigue defendiendo que no vio nada raro en el comportamiento de Pelayo.

Sin embargo, Gabriel tiene su propia teoría. Asegura que la supuesta traición podría estar relacionada con los beneficios políticos que Pelayo obtendría gracias a la influencia de don Pedro. María, con ironía, le recuerda que ese misterio murió junto al empresario. Aunque Gabriel duda, no descarta seguir investigando. Al despedirse, María le pide estar al tanto de todo.
En ese instante, la trama se pone aún más interesante: aparece Pelayo y Gabriel aprovecha la ocasión para confrontarlo, pero de forma sutil. Lo saluda con aparente cordialidad y menciona haber revisado los contratos entre su empresa y la cadena de hoteles de Pelayo. En particular, destaca una cláusula de penalización por retrasos en las entregas debido al parón en la fábrica. Pelayo responde tranquilo y asegura que no reclamará indemnización. Gabriel sonríe satisfecho, aunque su objetivo real es otro: tantear a Pelayo sobre las consecuencias de la muerte de don Pedro.
Con aire inquisitivo, Gabriel le pregunta si cree que la ausencia de don Pedro afectará su carrera política, recordándole que este lo había apoyado abiertamente. Pelayo, seguro de sí mismo, asegura que no tiene de qué preocuparse, ya que su nombramiento como candidato es oficial y cuenta con su propia red de contactos. Gabriel, insistente, deja caer una insinuación venenosa: quizá su repentina seguridad se deba a que ya no debe cumplir ciertos compromisos adquiridos con don Pedro.
Molesto por la desconfianza, Pelayo responde con firmeza. Explica que Pedro no fue el único en respaldar su candidatura; también lo hicieron otros empresarios de renombre, como Damián. Aclara que tales apoyos fueron desinteresados y que apenas tuvo trato directo con don Pedro. Gabriel, con sarcasmo, lo felicita por haberse mantenido “neutral” pese a la presión de hombres tan influyentes. Pelayo corta en seco la conversación, recordándole que todo el mundo sabe que Damián es su suegro, lo que de por sí ya lo liga a intereses familiares.
Mientras esta tensión política se desarrolla, en el laboratorio Luis y Joaquín conversan sobre el reciente entierro de don Pedro. Ambos coinciden en que asistir a esa ceremonia fue tan duro como la de Jesús. Luis siente un extraño alivio, convencido de que su madre podrá por fin liberarse de ciertas ataduras. Joaquín, sin embargo, es más pesimista: teme que Damián aún pueda acusar a su madre, ya que era el padre del difunto Jesús. Surge la posibilidad de que don Pedro haya dejado alguna acusación escrita en su testamento.
Luis intenta tranquilizar a su hermano recordando que, de haber tenido pruebas, Damián ya habría actuado. Además, cree que el amor que siente por su madre será más fuerte que cualquier deseo de venganza. Joaquín no comparte esa visión y recuerda episodios oscuros del pasado, como la manera en que Damián llevó al padre de ambos al suicidio para quedarse con la fábrica. Para Joaquín, la obsesión del tío siempre fue el poder y la empresa, y sospecha que no dudará en entregar a su madre si le conviene. La tensión sube al máximo cuando Joaquín decide llamar directamente a Damián, pese a las advertencias de Luis de no actuar en caliente. Al otro lado del teléfono, Manuela atiende y comunica que el señor Damián hablará con ellos en persona más tarde, lo que deja a Joaquín inquieto y a Luis preocupado por lo que está por venir.
En paralelo, Gabriel muestra su verdadero rostro. Habla por teléfono con Isabel, su amante, prometiéndole ir a verla en cuanto termine sus compromisos. Justo en ese momento aparece María, que lo sorprende preguntándole si va rumbo a Madrid. Gabriel confirma y ella aprovecha para insistir en sus sospechas sobre Pelayo, aunque él disimula y asegura no haber sacado nada en claro.

La situación se complica aún más con la llegada de Begoña, llena de ilusión por invitarlo al teatro Gran Vía gracias a unas entradas que le ofreció una amiga. Gabriel, con su ya habitual frialdad, se excusa alegando que estará ocupado hasta tarde. Begoña insiste en acompañarlo aunque sea después de su reunión, pero él sigue rechazando la idea. Su negativa hiere a Begoña, que acaba aceptando con resignación. La escena se vuelve tensa cuando ella le pregunta si no dormirá en casa esa noche. Gabriel titubea, se justifica y promete compensarla.
El golpe final llega cuando María, que ha presenciado todo desde el salón, lanza un comentario cargado de sarcasmo. Le dice a Gabriel que ella estaría encantada de acompañarlo al teatro, aunque recuerda con ironía que el Gran Vía tiene demasiadas escaleras para alguien en silla de ruedas. La punzada de amargura deja claro que María ve cada vez con más claridad la doble vida de Gabriel y sus mentiras disfrazadas de excusas laborales.
Este avance del capítulo 403 de Sueños de Libertad nos adelanta un episodio cargado de conspiraciones, juegos de poder y sentimientos encontrados. Las dudas sobre la lealtad de Pelayo, el fantasma de don Pedro que parece seguir moviendo hilos desde la tumba, la desconfianza hacia Damián y la relación oculta de Gabriel con Isabel crean una tormenta perfecta que amenaza con estallar en cualquier momento. Mientras tanto, María y Begoña, cada una desde su lugar, empiezan a vislumbrar la verdadera cara de Gabriel. La pregunta es: ¿cuánto tiempo podrá seguir ocultando su traición antes de que todo se derrumbe a su alrededor?