AVANCE DE SUEÑOS DE LIBERTAD, MIÉRCOLES 15 DE OCTUBRE ANTENA 3, CAPITULO 418,EXPLOSIÓN EN LA FÁBRICA

Hola, amigos. Hoy les traigo el avance del capítulo 418 de Sueños de Libertad, un episodio que rompe el alma y sacude los cimientos emocionales de toda la serie. Lo que comienza con una tragedia imprevista se convierte en una carrera contra el tiempo, donde el amor, la desesperación y la culpa se mezclan en una tormenta imposible de detener.

El episodio arranca en medio del caos absoluto. La fábrica estalla en una enorme explosión que sacude toda la colonia. El humo se eleva como una señal del desastre y los gritos se confunden con el sonido de las sirenas a lo lejos. Begoña, al ver el estallido desde fuera, no duda ni un segundo: sale corriendo hacia la sala de calderas, impulsada por el miedo y el amor. Tasio intenta detenerla, advirtiéndole que podría haber otra explosión, pero ella no escucha razones. “No hay tiempo para pensar”, grita con voz temblorosa mientras se adentra entre las ruinas.

Junto a ella corren Raúl y el propio Tasio, decididos a ayudar aunque el peligro sea extremo. El escenario que encuentran es devastador: las calderas reducidas a escombros, el fuego todavía ardiendo entre hierros retorcidos y un silencio sepulcral que corta la respiración. Begoña, con el rostro cubierto de polvo, empieza a remover pedazos de metal mientras llama desesperadamente los nombres de Gabriel, Benítez y Andrés. Tasio intenta detenerla de nuevo: “Begoña, por favor, puede volver a explotar”. Pero ella, con lágrimas en los ojos, le grita: “¡Basta ya! ¡Soy más útil aquí dentro que afuera!”.

Sueños de Libertad' avance | Capítulos 413, 414, 415, 416 y 417

En medio de esa tensión aparece Joaquín, que corre para unirse a la búsqueda. “¿Quién estaba dentro?”, pregunta con el rostro pálido. La respuesta no tarda: Andrés, Gabriel y Benítez. A partir de ese momento, cada segundo se vuelve eterno. Buscan entre los restos, empujados solo por la esperanza. Finalmente, Tasio encuentra un cuerpo. “¡Aquí hay alguien!”, grita. Es Benítez, el encargado de mantenimiento, con el rostro irreconocible. Begoña se arrodilla, le toma el pulso… y susurra con la voz quebrada: “Dios mío… está muerto.”

El dolor se hace palpable, pero no hay tiempo para lamentaciones. Siguen buscando. Entonces, Raúl distingue un movimiento entre los escombros. Es Gabriel, tosiendo, con la ropa chamuscada pero vivo. Un milagro en medio del infierno. Sin embargo, Andrés no despierta. Begoña se acerca a él, lo sacude, le grita su nombre, pero no responde. La angustia se apodera de todos mientras suenan las sirenas que anuncian la llegada de las ambulancias.

Los bomberos entran en acción. Sacan a los heridos mientras Damián y Marta llegan corriendo, aterrorizados por la noticia. “¿Quiénes estaban dentro?”, pregunta Damián. Joaquín le responde con voz rota: “Andrés y Gabriel. Benítez ha muerto.” Damián intenta entrar a la sala, pero Tasio lo detiene. “No puede hacerlo, puede tener lesiones internas”, le advierte. Marta, al borde del llanto, pregunta por qué entraron si no habían encontrado la avería. “Porque Andrés quiso intentarlo”, responde Joaquín, con el rostro hundido por la culpa.

Afuera, la tensión se vuelve insoportable. Cuando por fin logran sacar a Andrés, Damián corre hacia él: “¿Está vivo?”, pregunta desesperado. Joaquín asiente: “Sí, pero está muy grave.” La ambulancia parte con Gabriel y Andrés rumbo al hospital. Damián decide acompañarlos, mientras Marta quiere seguirlo, pero su padre le pide que se quede para tranquilizar a la gente y mantener el orden. Ella se derrumba entre lágrimas: “¡No puedo tranquilizar a nadie! ¡No puede morir, padre, no puede morir!”. Damián la abraza con ternura y le promete que todo saldrá bien, aunque su rostro revela el miedo de quien no sabe si volverá a ver con vida a su amigo.

La escena cambia a la casa de los Reina, donde María vive una de las horas más largas de su vida. Desesperada, no logra contener las lágrimas mientras Manuela le ofrece un té que ella rechaza con impaciencia. “No quiero nada, necesito saber cómo está mi marido”, dice con voz quebrada. Manuela intenta calmarla, pero María solo repite una pregunta: “¿Han llamado por teléfono? ¿Se sabe algo de la fábrica?”.

Minutos después, aparece Pelayo, con el rostro pálido y las manos temblorosas. María corre hacia él. “¿Qué sabes? ¡Habla, por favor!”, le suplica. Pelayo traga saliva antes de responder: “He hablado con Marta. Gabriel y Andrés han sido trasladados al hospital. Estaban en la sala de calderas cuando ocurrió la explosión.” Las palabras caen como un golpe. María grita entre sollozos: “No, por favor… dime que no van a morir.” Pelayo intenta tranquilizarla: “Gabriel estaba consciente, pero Andrés…” y se detiene, llevándose la mano al rostro. María lo agarra del brazo, desesperada: “¿Qué Andrés? ¡Dime qué le pasa!”. Pelayo, con la voz rota, responde: “Andrés todavía no ha despertado.”

El mundo se detiene para María. Se lleva las manos al pecho y repite entre sollozos: “No puede ser… no puede morir, sería demasiado injusto.” Pelayo la abraza, pero ella se separa enseguida, decidida: “Tengo que verlo. Necesito estar con él, darle fuerzas. No puedo quedarme aquí esperando.” Pelayo intenta detenerla, pero al final accede: “Está bien. Te llevaré al hospital, pero déjame hacer unas llamadas antes.” María lo interrumpe llorando: “No tengo tiempo, Pelayo. Andrés se debate entre la vida y la muerte. ¡Llama al chófer ahora mismo!” Manuela sale corriendo a hacerlo, mientras María cae de rodillas, murmurando: “Tenía que haberlo detenido… tenía que haberle advertido.” Pelayo la consuela con un hilo de voz: “Nadie podía prever algo así.”

En el hospital, la tensión no da tregua. Begoña, Damián y Joaquín esperan noticias en el pasillo cuando María irrumpe corriendo. “¿Cómo está mi marido?”, pregunta sin respirar. Begoña se acerca y le responde con serenidad: “Andrés ha sufrido una hemorragia interna. Lo están operando ahora. Tenemos que esperar.” María, entre sollozos, pregunta: “¿Y Gabriel?”. Begoña contesta: “Está consciente. Lo están revisando, pero parece que no tiene heridas graves.” La expresión de María se endurece. “Así que va a salir de esta”, dice con un tono cargado de ironía. Begoña asiente: “Sí, ha sido un milagro.”

Sueños de Libertad', avance capítulo del miércoles 8 de octubre: Vuelco de  180 grados con Begoña y Gabriel

Pero el ambiente entre ambas se tensa. María, alterada, murmura: “No debieron entrar a esa sala.” Begoña la mira fijamente y responde: “María, ¿de verdad crees que Andrés sabía el riesgo que corría? Él solo quería ayudar.” María replica con dureza: “Pues no lo pensó lo suficiente, porque ahora podría estar muerto.” Begoña no se deja intimidar. “Cuando llegué estabas muy nerviosa y me pediste que fuera a buscarlo. Era como si supieras que algo iba a pasar.” María la interrumpe alzando la voz: “¡Claro que estaba nerviosa! ¡Cualquier esposa lo estaría!” Begoña baja la mirada y dice en voz baja: “Yo también estoy nerviosa, María. También me duele. Solo intento entender por qué no pudimos evitarlo.”

Damián interviene con firmeza, intentando calmar las aguas: “Ya basta. Lo que importa ahora es que estemos unidos. Somos una familia, y tenemos que apoyarnos.” Pero el ambiente sigue cargado de tensión, mientras en otra sala los médicos luchan por salvar la vida de Andrés.

En su despacho, Tasio habla por teléfono con voz quebrada. “Por favor, ¿pueden informarme algo sobre los heridos? Solo sé que Andrés de la Reina sigue en quirófano… Sí, entiendo… llamaré más tarde.” Cuelga y se cubre el rostro con las manos, vencido por la impotencia.

El capítulo termina con una imagen desgarradora: Begoña, María y Damián esperando noticias frente al quirófano cerrado, mientras las luces del hospital parpadean. Afuera, la noche cae sobre la colonia, trayendo un silencio que pesa como el miedo.