AVANCE DE SUEÑOS DE LIBERTAD, MIÉRCOLES 1 DE OCTUBRE ANTENA 3, CAPITULO 408, IRENE NO SE RINDE
El capítulo 408 de Sueños de Libertad se presenta como uno de los más tensos y determinantes de la serie. Desde su inicio en la casa de la familia de la Reina, el ambiente es de inquietud y sospecha. Damián recibe la visita del sargento Zabalza, quien llega puntual y con la formalidad de un hombre habituado a cumplir su palabra. Zabalza, conocido de Pontón desde hace treinta años en la academia, es un hombre experimentado, con historias compartidas y un historial impecable en el cuerpo. Este trasfondo de confianza y profesionalismo se refleja en el encuentro, donde ambos intercambian cortesías antes de adentrarse en la verdadera razón de la reunión.
Sin rodeos, Damián expone su problema: necesita localizar a un hombre llamado José Gutiérrez, un amigo de su misma edad que ha desaparecido semanas atrás sin dejar rastro. Explica que la desaparición no está bajo la jurisdicción habitual del sargento Pontón y que, según su información, Zabalza tiene alcance operativo en toda la provincia, lo que le convierte en la persona indicada para este encargo. Zabalza asiente y pide más detalles. Sin embargo, sus sospechas se despiertan cuando Damián le ofrece un incentivo económico para que acepte la búsqueda, dejando claro que se trata de un asunto delicado. El sargento rechaza de inmediato cualquier alusión al dinero, asegurando que no se mueve por intereses materiales, pero aun así se niega inicialmente a ayudar. Considera que podría tratarse de una desaparición voluntaria y no quiere involucrarse sin más pruebas.
Damián, por su parte, insiste en que no es una marcha voluntaria. Explica que tras la desaparición de José Gutiérrez podría encontrarse Pedro Carpena, un socio suyo recientemente fallecido y cuya muerte fue ampliamente difundida por la prensa. La mención de Carpena y del funeral en la catedral solo endurece la postura de Zabalza, que parece cerrarse más al escuchar nombres tan sensibles. Damián subraya que encontrar a Gutiérrez es fundamental, no solo para él sino también para un amigo empresario igualmente interesado en hallarlo. En medio de la conversación irrumpe Pelayo, y Damián aprovecha para presentarlo como su yerno y próximo gobernador civil de Toledo, cuyo nombramiento está a punto de hacerse oficial. El intercambio con Zabalza es cortés, pero la tensión es evidente; al retirarse, Pelayo cuestiona a Damián sobre sus tratos con ese hombre, temiendo que pueda estar relacionado con otros asuntos oscuros, como el caso de Santiago. Damián le asegura que no tiene nada que ver, tratando de calmarlo.
Horas después, Cristina e Irene llegan a casa de Damián. Este les relata detalladamente cómo fue su encuentro con el sargento. Cuenta que desde el inicio Zabalza se mostró desconfiado, y que al mencionar a José Gutiérrez y a Pedro Carpena su actitud cambió, volviéndose aún más reservado. Irene sugiere que quizá Damián fue demasiado directo, lo que pudo provocar ese cierre. Cristina, preocupada, advierte del riesgo que corre Damián al involucrarse en un asunto con personas peligrosas y corruptas. Él mismo admite que, a pesar de haberle ofrecido dinero, no consiguió que Zabalza hablara y que este deseaba irse cuanto antes.

Irene se muestra decepcionada porque siente que no han logrado ningún avance, pero Damián matiza: han conseguido alertar al sargento de que alguien está tras el caso, aunque no haya mencionado los nombres de Irene ni de Cristina. Él asegura que el sargento cree que es un asunto suyo y de un empresario amigo, pero Irene teme que Pedro Carpena ya les haya hablado de ellas. Damián promete que no permitirá que les pase nada y que este ha sido solo un primer paso. Esperarán el siguiente movimiento de Zabalza. Cristina recuerda que el detective les advirtió que Carpena era un hombre sin escrúpulos, y ahora que Pedro ha muerto, José Gutiérrez se ha convertido en un cabo suelto que podría estar en peligro. Ambas mujeres temen que José pueda ser eliminado para silenciarlo, pero Damián les jura que lo encontrará y que nada malo les ocurrirá. Irene deposita su confianza en él, deseando que no sea demasiado tarde.
Mientras tanto, en su despacho, Damián revisa el número de contacto del señor Miguel Ángel Vaca con la intención de llamarlo. Sin embargo, antes de hacerlo, recibe una llamada inesperada: es el sargento Zabalza. Sorprendido, Damián escucha cómo el sargento le dice que ha reflexionado y que, al verlo tan preocupado, siente el deber de ayudar a sus conciudadanos. Propone reunirse de nuevo en casa de Damián. Este acepta de inmediato, viendo en esta llamada un giro favorable en su búsqueda de respuestas.
En ese mismo momento, Digna llega a la casa. Damián la recibe con calidez y le pregunta cómo se encuentra. Ella responde que estar en casa le hace bien y que necesita alejarse de todo lo que le recuerde a Pedro. Damián le aconseja refugiarse en su familia, pero Digna le confiesa algo que había callado hasta entonces: lo único que Pedro le dejó en su testamento fue la confesión jurada de Jesús. Damián se sorprende al descubrir que esa confesión, con la que Digna había amenazado a Jesús para que no se llevara a la niña a Francia, estaba en poder de Pedro desde la noche en que este borró las pruebas que la incriminaban. Digna admite que se equivocó al confiar en él y que solo ahora, después de su muerte, ha recuperado ese documento.
Cuando Damián le pregunta qué ha hecho con esa carta, Digna le dice que decidió no permitir que siguiera atormentando a sus familias. Él reconoce que, al menos, Pedro hizo algo decente al final, pero Digna le contradice, asegurando que lo único que obtuvo de ese matrimonio fueron amenazas y mentiras. Alarmado, Damián le pregunta si Pedro llegó a hacerle daño. Ella responde que eso ya no importa y que no ha venido a contarle sus penas ni a pedirle perdón, porque sabe que él no la perdonará. Damián, dolido y confuso, le dice que no le desea ningún mal a pesar de todo.
Digna entonces revela que ha estado pensando y cree que Marta y Andrés deben saber la verdad sobre la muerte de su hermano. Damián se muestra reticente, alegando que sería algo terrible y que ellos ya han pasado página. Le confiesa que no se lo ha contado porque no quiere que se decepcionen de ella, pues siempre la han querido y admirado. Digna, dolida, dice que ya no merece ese cariño, pero Damián le asegura que sí, que aquello fue un accidente y que ella no mató a nadie. Lo que le duele es que se lo haya ocultado tanto tiempo, sobre todo después de que ella misma le reprochara haber cometido el mismo error. Sin embargo, reconoce que es una decisión que debe tomar ella. Digna agradece que le deje decidir y concluye que no le importa pagar el precio justo por sus pecados, porque quizá sea la única manera de seguir adelante sintiéndose menos avergonzada y miserable.
Este capítulo, lleno de confesiones, tensiones y promesas, marca un punto de inflexión en Sueños de Libertad. Irene no se rinde y Damián se arriesga cada vez más en su búsqueda de la verdad, mientras los secretos del pasado comienzan a salir a la luz, amenazando con alterar la vida de todos los personajes involucrados.