Andrés vuelve a poner a Gabriel en el punto de mira – Sueños de Libertad
El capítulo de ayer nos dejó al borde del asiento con un enfrentamiento cargado de tensión entre Gabriel y su primo, una escena que revela tanto la desconfianza como las motivaciones ocultas de ambos. Todo comienza con un momento aparentemente cordial: se intercambian felicitaciones, un gesto que debería ser de celebración y unión familiar. “Ayer os di públicamente mi enhorabuena”, recuerda uno de ellos, mientras el otro le responde con un tono agradecido, aunque cargado de cierta tensión: “Sí, y te lo agradecemos los dos, pero si me pongo en tu lugar, no sé… me gustaría que no hubiera problemas y que siguiéramos siendo una familia unida”.
Ese comentario, que a simple vista parece inocente, siembra la semilla del conflicto. Gabriel, con una mirada intensa, no tarda en señalar la palabra “problemas”, preguntando con cierta ironía: “¿Y qué problemas deberíamos tener? Porque nuestros primeros encontronazos ya los superamos”. La respuesta no tarda en llegar: “Justo ayer hablamos de eso”, admite su primo, mostrando que hay asuntos que, aunque parezcan superados, aún generan fricciones. La conversación, aunque breve, evidencia que ambos están caminando sobre un terreno resbaladizo, donde los sentimientos y los celos empiezan a mezclarse con la historia de la familia y los negocios.

La tensión se incrementa cuando Gabriel insiste en sacar a colación temas delicados: “Entonces, ¿por qué te empeñas en sacarlo a colación? Aparte de lo que pueda sentir o no por Begoña, ¿hay algo que te inquiete?” La respuesta, fría y medida, muestra que no hay una preocupación directa, pero sí un subtexto que habla de sospechas y prevenciones. Su primo añade: “No, pero creo que esta boda es suficiente para que se aviven nuestras diferencias. Que Begoña tecía contigo no quiere decir que el resto lo estemos”. Con esto deja entrever que hay celos, rivalidades y una constante evaluación de lealtades, que podrían estallar en cualquier momento.
Gabriel, consciente de que está siendo observado y analizado, se defiende con la lógica del familiar preocupado: “Estás dando la razón. Tienes un problema conmigo. Se te ve venir desde lejos.” Su primo, lejos de intimidarse, responde con perspicacia: “Muy perspicaz”, mientras recuerda los primeros conflictos que surgieron tras su llegada a la familia y la fábrica. “Poco después de que llegaras a nuestras vidas, la fábrica empezó a tener problemas y una vez estuve a punto de enmascararte”, señala, haciendo referencia a los intentos de encubrir situaciones que pudieron ponerlos en evidencia.
El recuerdo de errores pasados, de momentos en que la desconfianza estuvo al límite, sirve para aumentar la tensión. Gabriel se defiende, intentando demostrar que sus intenciones son honestas y que su lealtad hacia la empresa es sincera: “Sí. Te pusiste en evidencia delante de todos. ¿Por qué no olvidas todas estas sospechas absurdas y aceptas que soy tu primo y quiero lo mejor para esta empresa?” Sin embargo, su interlocutor no cede: “Porque tengo muchos motivos para creer que mientes”, sentencia, dejando claro que la confianza aún no se ha restablecido.
La conversación evoluciona hacia un terreno más personal, donde los celos y la protección de la familia se mezclan con la ambición empresarial. “¿Hasta cuándo va a durar todo esto?”, pregunta Gabriel, buscando cerrar la tensión que lo rodea. Su primo, con voz firme y clara, responde: “Hasta que Begoña y la familia estén a salvo de ti. Estás obsesionado con Begoña. Deberías mantener tus celos a raya”. La acusación, directa y sin rodeos, no solo evidencia la desconfianza, sino que también marca un límite: hay acciones que podrían cruzar líneas irreversibles si no se actúa con cautela.
A pesar del conflicto, ambos reconocen un lazo innegable: son primos y comparten un compromiso familiar y empresarial. “Puedes creer lo que quieras, pero una cosa es clara: casados con Begoña, el destino de los tres estará siempre unido”, afirma uno, subrayando que los intereses personales y familiares están irremediablemente entrelazados. Esto genera un doble nivel de tensión: por un lado, la necesidad de proteger a la familia y a la empresa, y por otro, los celos, las sospechas y los planes ocultos que cada uno puede estar preparando.
La conversación se adentra en la planificación y la prevención. La familia no puede permitirse descuidos, y cualquier error podría tener consecuencias graves. La voz de uno de ellos, cargada de determinación, deja claro que no bajarán la guardia: “Pues más motivo para cuidarnos y no bajar la guardia. Yo no lo voy a hacer, ni la empresa, ni mucho menos con Begoña. Y recuerda lo que te dije.” La referencia a la disciplina y el compromiso con la protección de los suyos resalta la intensidad de la situación.
La conexión entre ambos primos se establece a través de la comprensión mutua de su rol y sus responsabilidades: “Sí, que eres militar y que estás dispuesto a dar tu vida para salvar a los que más quieres. Parece que nos entendemos. Somos primos.” Este momento de reconocimiento y alianza temporal contrasta con la tensión inicial, mostrando que aunque existan conflictos, los lazos familiares y el sentido del deber todavía pesan sobre sus decisiones.

Sin embargo, la escena toma un giro dramático cuando Gabriel se comunica con un aliado externo, Coloma. En un tono frío y calculador, se asegura de que la conversación permanezca en secreto mientras planifica lo que describe como “desatar el caos”. “Lo haré esta noche. Te llamo para saber cuánto tiempo necesito para desatar el caos. Perfecto, gracias. Y recuerda, esta conversación no ha existido.” Este momento revela el lado más estratégico y peligroso de Gabriel, dispuesto a actuar en las sombras y manipular situaciones para su propio beneficio, incluso en medio de los conflictos familiares y empresariales.
La combinación de tensión, celos, sospechas y planificación secreta crea un episodio cargado de suspenso y drama. Cada palabra, cada gesto y cada silencio tienen peso, y los personajes deben equilibrar la lealtad, la protección de sus seres queridos y sus ambiciones personales. La relación entre Gabriel y su primo se mueve entre la confrontación abierta y la alianza estratégica, mostrando que la familia no siempre es un refugio seguro, sino también un campo de batalla donde se juegan poder, control y secretos.
El capítulo deja al espectador con múltiples interrogantes: ¿Será capaz Gabriel de mantener sus planes en secreto sin poner en riesgo a Begoña y la familia? ¿Hasta qué punto la desconfianza y los celos influirán en las decisiones de los primos? ¿Podrán equilibrar la protección de la empresa con sus conflictos personales? Cada escena construye un clima de incertidumbre, donde los próximos movimientos determinarán la estabilidad de la familia y de Perfumerías Reina, manteniendo la intriga y la tensión hasta el próximo episodio.