Una Nueva Vida Capitulo 10: ¡Seyran siente a Ferit a su lado!

 

🕊️ Una Nueva Vida Capítulo 10: ¡Seyran siente a Ferit a su lado!

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La mansión Korhan se encontraba sumida en la tensa calma que precede a la tormenta. Seyran, confinada en su habitación por órdenes de su suegro, se sentía como un pájaro enjaulado. El silencio de las paredes de mármol era asfixiante, pero lo que realmente la ahogaba era la ausencia. La ausencia de Ferit, quien había sido forzado a distanciarse tras la última confrontación familiar.

Estaba sentada en el tocador, sus dedos trazando el borde frío de un pequeño marco de fotos: una imagen borrosa de Ferit riendo. Una risa que Seyran creía haber olvidado.

SEYRAN

(Para sí misma, un susurro roto)

¿Por qué? ¿Por qué tiene que ser tan difícil? Creí que habíamos superado el infierno. Creí que podríamos ser… algo parecido a felices.

El miedo se aferraba a ella como una segunda piel. No el miedo a su padre, no. El miedo a perder la conexión frágil, casi milagrosa, que había construido con Ferit. Él era su escudo, su única fuente de luz en esa jaula dorada.

Se levantó y caminó hacia el balcón, envuelta en un peignoir de seda. La noche de Estambul era fría y brillante. Miró hacia el jardín inmenso, sintiéndose infinitamente pequeña.

De repente, sintió algo. No era un ruido, no era un olor. Era una punzada cálida, una certeza inexplicable que viajó por su espalda. Una sensación inconfundible de que él estaba cerca. Que su presencia, fuerte e impulsiva, había roto las barreras de la distancia.

SEYRAN

(Jadeando, su corazón acelerado)

Ferit…

Se pegó a la barandilla de mármol, sus ojos escudriñando la oscuridad del jardín inferior. Nada. Solo la sombra de los cipreses meciéndose con el viento. Su mente le estaba jugando una mala pasada, alimentada por la desesperación.

Estaba a punto de darse la vuelta, achacando la sensación a la histeria, cuando un destello la alertó. Un cigarrillo encendido, un punto rojo pulsante, brillaba debajo de la balaustrada, oculto a la vista de las ventanas de la planta baja. Estaba justo debajo de su balcón. Él estaba ahí.

SEYRAN

(Con la respiración contenida, su mano tapándose la boca para no gritar su nombre)

No es posible… ¿Se arriesgó a venir aquí?

Se asomó con cautela, sus ojos acostumbrándose a la oscuridad. Vio la silueta inconfundible. Ferit. Estaba de pie, su espalda apoyada en la pared de piedra, envuelto en un abrigo oscuro, mirando hacia arriba.

Él no podía verla en la sombra, pero ella podía verlo. Estaba demacrado, su postura tensa, una mezcla de desafío y angustia. Estaba violando las órdenes de su abuelo, arriesgando una expulsión o algo peor, solo para estar cerca de ella.

Seyran no pudo hablar, el nudo en su garganta era demasiado grande. En lugar de eso, llevó su mano al corazón y luego la extendió hacia él, un gesto silencioso de afecto y desesperación.

Justo en ese momento, como si hubiese sentido su gesto, Ferit levantó lentamente la mirada. Sus ojos oscuros, llenos de pasión y tormento, se encontraron con los de Seyran a través de la distancia y la oscuridad.

No se dijeron nada. No era necesario. El silencio entre ellos estaba lleno de la electricidad de su conexión, de la promesa de que, a pesar de las familias, a pesar de las amenazas y los muros de la mansión, ellos pertenecían el uno al otro.

FERIT

(Finalmente, su voz era un murmullo que apenas llegaba a ella, pero que ella sintió en el alma)

Estoy aquí, Seyran. Siempre.

Ella asintió, las lágrimas ahora corriendo libremente por su rostro. Era la afirmación que necesitaba, el juramento que rompía su soledad. Con ese breve reencuentro visual, la certeza de su amor se reafirmó.

De repente, Ferit se enderezó. Había escuchado algo: la tos seca de un guardia de seguridad. Se echó el cigarrillo al suelo y lo aplastó con el pie. Miró a Seyran una última vez, una mirada de intensidad dolorosa, y luego se fundió en la oscuridad del jardín, desapareciendo tan rápidamente como había aparecido.

Seyran se quedó en el balcón, su corazón latiendo como un tambor. Estaba sola de nuevo, pero la soledad ya no era tan profunda. Él había estado allí. Había roto las reglas por ella. Había arriesgado su posición por la certeza de que ella lo sintiera.

Ella cerró los ojos, el recuerdo de sus ojos grabados en su mente. La vida que no quería vivir sin él, ahora parecía soportable. La lucha estaba lejos de terminar, pero por primera vez en días, Seyran sintió que no estaba luchando sola. Ferit estaba a su lado, aunque fuera en secreto, desafiando a todo el clan Korhan.


Próximo avance: ¿Te gustaría que escribiera el siguiente capítulo donde Seyran enfrenta a su suegro para defender la posición de Ferit en la empresa familiar?