Sueños de Libertad Capítulo 425 (María detiene a Gabriel en el hospital y descubre toda la verdad)

El ambiente en el hospital era tenso y sombrío. María caminaba por los pasillos, su corazón latiendo con fuerza en su pecho. Había recibido un mensaje que la había dejado inquieta: Gabriel estaba en el hospital. Sin saber exactamente qué había sucedido, su mente estaba llena de preguntas y temores. “¿Qué le habrá pasado? ¿Por qué no me lo dijo?”, se repetía mientras se acercaba a la habitación donde se encontraba.

El encuentro inesperado

Al llegar a la puerta de la habitación, María se detuvo un momento para tomar aire. En su interior, una mezcla de preocupación y determinación la impulsaba a entrar. Empujó la puerta y entró, encontrando a Gabriel sentado en la cama, con una venda en la cabeza y una expresión de dolor en su rostro.

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“¡Gabriel!”, exclamó, corriendo hacia él. “¿Qué te ha pasado?”. Él la miró con sorpresa, pero también con una tristeza que la hizo sentir un nudo en el estómago. “María… no deberías estar aquí”, dijo, intentando sonar despreocupado, pero su voz traicionaba su estado.

“¿Cómo que no debería? ¡Soy tu amiga! Tienes que decirme qué ha pasado”, insistió ella, sintiendo que un oscuro presagio la envolvía. Gabriel se quedó en silencio, evitando su mirada. María sintió que algo no estaba bien. “¿Qué estás escondiendo, Gabriel?”.

La verdad oculta

Gabriel suspiró profundamente, como si estuviera luchando contra una tormenta interna. “No es tan simple, María. No quiero que te involucres en esto”, respondió, su voz temblando. “Ya he pasado por suficiente dolor, y no quiero que tú también lo sientas”.

“¿Dolor? ¿Qué dolor? ¡Esto es más que dolor, Gabriel! Estás herido, y yo tengo derecho a saber qué sucedió”, insistió ella, su voz llena de angustia. En ese momento, la puerta se abrió y apareció el doctor, interrumpiendo la conversación.

“Disculpen, pero necesito hacerle algunas preguntas a Gabriel”, dijo el médico, mirando a María con una expresión seria. Ella asintió, sintiendo que su corazón se hundía. “Está bien, pero no me iré muy lejos”, murmuró antes de salir de la habitación.

La revelación inesperada

Mientras esperaba en el pasillo, María no podía dejar de pensar en lo que Gabriel había dicho. “¿Qué podría ser tan grave que no quería que me enterara?”, se preguntó, sintiendo que la ansiedad crecía dentro de ella. Después de unos minutos, el doctor salió de la habitación y se acercó a ella.

“¿Eres la amiga de Gabriel?”, preguntó el médico. María asintió, preocupada. “¿Está bien? ¿Qué le pasó?”, preguntó, su voz temblando. El médico la miró con seriedad. “Gabriel ha sufrido un accidente, pero está estable. Sin embargo, hay algo más que debes saber”.

María sintió que su corazón se detenía. “¿Qué más?”, preguntó, sintiendo una creciente inquietud. “Gabriel ha estado lidiando con problemas personales que han afectado su salud. Necesita apoyo, pero también es importante que sepa que no puede seguir huyendo de su pasado”, explicó el doctor.

La confrontación

María sintió que su mundo se tambaleaba. “¿Qué significa eso? ¿Qué ha estado ocultando?”, preguntó, sintiendo que las piezas del rompecabezas comenzaban a encajar. “Necesitas hablar con él. Es su historia que contar, no la mía”, respondió el médico antes de alejarse.

Regresó a la habitación, encontrando a Gabriel más pálido que antes. “¿Qué te dijo el médico?”, preguntó él, viendo la preocupación en su rostro. María tomó aire, sintiéndose decidida. “Me dijo que necesitas apoyo, Gabriel. Que has estado huyendo de algo. ¿Qué está pasando realmente?”.

Gabriel bajó la mirada, y por un momento, el silencio se volvió abrumador. Finalmente, se armó de valor. “Está bien, María. Te diré la verdad”, dijo, su voz apenas un susurro. “He estado involucrado en cosas que no debería. Cosas que me han puesto en peligro”.

La historia detrás del dolor

María se sentó en la silla junto a la cama, su corazón latiendo con fuerza. “¿Qué tipo de cosas?”, preguntó. Gabriel respiró hondo y comenzó a relatar su historia. “Todo comenzó hace meses. Me involucré con un grupo que pensaba que podía ayudarme a salir de mis problemas financieros. Pero pronto me di cuenta de que estaban metidos en actividades ilegales”.

María sintió que el aire se le escapaba. “¿Actividades ilegales? ¿Qué tipo de actividades?”, preguntó, sintiéndose cada vez más inquieta. “Tráfico de influencias, cosas de las que no puedo hablar. Al principio, pensé que podía controlarlo, pero se salió de mis manos”, confesó Gabriel, su voz llena de angustia.

“¿Y cómo terminaste aquí?”, preguntó María, sintiendo que su corazón se rompía al ver el dolor en los ojos de Gabriel. “Me amenazaron. Dije que quería salir, pero no les gustó. Intentaron hacerme daño, y esto es lo que pasó”, explicó, señalando su vendaje.

La decisión de María

María sintió que una ola de compasión y tristeza la invadía. “Gabriel, ¿por qué no me dijiste nada? Podría haberte ayudado”, dijo, sintiendo lágrimas en sus ojos. “No quería arrastrarte a esto. No quería que te involucraras en mi caos”, respondió Gabriel, su voz llena de remordimiento.

“Pero no puedes enfrentarlo solo. Tienes que ir a la policía. Tienes que contarles lo que sabes”, insistió María, sintiendo que la urgencia crecía. Gabriel la miró, su expresión llena de duda. “¿Y si ellos vienen después de ti? No puedo permitir que te hagan daño por mi culpa”, dijo, su voz temblando.

“Pero si no haces nada, seguirán haciéndote daño. Esto no es solo tu batalla. Es nuestra”, respondió María, sintiendo que la determinación crecía en su interior. “No puedo dejar que te hundas en esto. Te ayudaré a salir, pero tienes que confiar en mí”.

El compromiso de Gabriel

Gabriel la miró, sintiendo que la esperanza comenzaba a florecer en su interior. “¿Estás segura de que quieres hacer esto? Es peligroso”, preguntó, sintiendo que la lucha interna continuaba. “Estoy segura. No puedo dejar que te destruyan. Vamos a luchar juntos”, dijo María, su voz llena de fuerza.

“Está bien. Haré lo que sea necesario. Pero necesito tu apoyo”, respondió Gabriel, sintiendo que la carga que llevaba en sus hombros comenzaba a aligerarse. María sonrió, sintiendo que habían dado un paso importante. “Lo haremos juntos. No estás solo en esto”.

La resolución

Con un nuevo sentido de propósito, María decidió que no podía esperar más. “Voy a hablar con el médico y ver cómo podemos proceder. Tenemos que actuar rápido”, dijo, sintiendo que la adrenalina comenzaba a correr por sus venas. Gabriel asintió, sintiendo que la determinación de María lo inspiraba.

Mientras ella salía de la habitación, se dio cuenta de que la lucha por la libertad de Gabriel había comenzado. “No me detendré hasta que estés a salvo”, pensó, sintiendo que su amor por él se fortalecía con cada paso que daba. La verdad estaba a punto de revelar sus secretos, y juntos enfrentarían lo que viniera.

El futuro incierto

María sabía que el camino por delante sería difícil y peligroso, pero estaba lista para enfrentarlo. Había encontrado una nueva fuerza en su amor por Gabriel, y estaba decidida a luchar por su libertad. Con cada decisión que tomaban, se acercaban más a la verdad y a la justicia.

La noche aún era joven, y aunque el futuro era incierto, María y Gabriel sabían que juntos podrían superar cualquier obstáculo. La lucha por la libertad apenas comenzaba, y estaban listos para enfrentarse a lo que el destino les tenía reservado.