Avance Sueños de Libertad, capítulo 408: La reacción de Gabriel decepciona a Begoña
La tarde caía sobre el pequeño pueblo donde se desarrollaba la historia de Sueños de Libertad. Las sombras se alargaban y el aire se llenaba de una tensión palpable. Begoña, con el corazón en un puño, se preparaba para enfrentar a Gabriel, el hombre que había sido su apoyo y su amor en los momentos más difíciles. Sin embargo, la reciente traición de su hermano había cambiado todo, y ahora la incertidumbre se cernía sobre su relación.

Un encuentro inesperado
Begoña había pasado los últimos días reflexionando sobre su vida y las decisiones que había tomado. La revelación de que Gabriel había estado involucrado en los oscuros secretos de su familia la había dejado devastada. Se sentía traicionada y confundida, pero aún había una parte de ella que deseaba entender sus razones. Así que decidió confrontarlo, esperando que pudiera explicarse.
Cuando llegó al viejo café donde solían encontrarse, el corazón le latía con fuerza. Las mesas estaban vacías, y el ambiente era sombrío. Gabriel ya estaba allí, sentado en una esquina, con la mirada perdida en el vacío. Al verlo, Begoña sintió una mezcla de amor y decepción. “¿Cómo pudo hacerme esto?”, se preguntó mientras se acercaba.
“Hola, Begoña”, dijo Gabriel, levantando la vista. Su voz sonaba cansada, como si llevara el peso del mundo sobre sus hombros.
“Hola, Gabriel”, respondió ella, tratando de mantener la calma. “Necesitamos hablar”.
La verdad a la luz
Se sentaron frente a frente, y el silencio se hizo incómodo. Begoña sabía que debía ser directa. “He oído cosas, Gabriel. Cosas sobre ti y sobre mi hermano. ¿Por qué no me dijiste la verdad desde el principio?”
Gabriel suspiró, su expresión cambiando de la sorpresa a la tristeza. “No quería que te lastimaran. Pensé que podría protegerte”, explicó, su voz temblando ligeramente.
“¿Protegerme? ¿De qué? ¿De la verdad? La verdad siempre sale a la luz, Gabriel. Y ahora me siento más herida que nunca”, dijo Begoña, sintiendo cómo las lágrimas amenazaban con brotar.
Gabriel intentó tomar su mano, pero ella se apartó. “No puedes tocarme después de lo que hiciste. ¿Cómo pudiste involucrarte en los asuntos de mi familia? ¿Cómo pudiste traicionarme así?”
La defensa de Gabriel
“Begoña, no fue así. No era mi intención traicionarte. Todo lo que hice fue por amor a ti. Quería que tu familia estuviera a salvo”, defendió Gabriel, su voz llena de desesperación.
“¿Amor? ¿Eso es amor? ¿Mentirme y ocultarme la verdad? Has arruinado todo lo que teníamos”, respondió ella, con la voz entrecortada. La decepción la consumía, y cada palabra que salía de su boca era un intento de proteger su corazón.
Gabriel se inclinó hacia adelante, su mirada intensa. “Te prometo que haré lo que sea necesario para arreglar esto. No quiero perderte, Begoña. Eres lo más importante en mi vida”.
Pero Begoña se sintió atrapada entre su amor por Gabriel y la traición que había sufrido. “No sé si puedo creer en tus promesas. Me has decepcionado profundamente. Necesito tiempo para pensar”, dijo, levantándose de la mesa.
La decisión de Begoña
Mientras se alejaba, Begoña sintió que el mundo se desmoronaba a su alrededor. Las calles del pueblo, que alguna vez habían sido un refugio, ahora le parecían frías y vacías. La decepción que sentía hacia Gabriel era como un peso que la oprimía. “¿Cómo pudo hacerme esto?”, repetía en su mente, tratando de encontrar respuestas.
Se sentó en un banco del parque, observando cómo los niños jugaban y reían. La vida seguía, ajena a su dolor. “¿Qué haré ahora?”, se preguntó, sintiendo la soledad apoderarse de ella. La imagen de Gabriel, con su mirada intensa y su voz llena de promesas, no la dejaba en paz.
Mientras tanto, Gabriel permanecía en el café, sintiéndose impotente. Sabía que había cometido un error, pero su amor por Begoña lo impulsaba a luchar por ella. “No puedo dejar que esto termine así”, pensó, decidido a recuperar su confianza.
El regreso de Begoña
Al caer la noche, Begoña decidió regresar al café. Había tomado una decisión: no podía permitir que la traición de Gabriel definiera su vida. Sin embargo, también sabía que necesitaba respuestas. Cuando entró, vio a Gabriel sentado en la misma mesa, con la cabeza gacha. Al levantar la vista, sus ojos reflejaban una mezcla de esperanza y desesperación.
“Begoña”, empezó Gabriel, pero ella lo interrumpió.
“Necesito saber la verdad completa. No puedo seguir adelante sin entender qué pasó realmente”, dijo, su voz firme.
Gabriel asintió, sabiendo que era el momento de ser completamente honesto. “Te lo prometo. Te diré todo, sin omisiones. Pero primero, déjame explicarte por qué lo hice”.
La revelación
Gabriel comenzó a relatar su historia, hablando de cómo se había visto envuelto en los oscuros secretos de la familia de Begoña. “No quería que te involucraras en esto. Sabía que tu hermano estaba metido en problemas y pensé que podía ayudar sin que tú te enteraras. Pero todo se salió de control”, explicó.
Begoña lo escuchó atentamente, sintiendo cómo su corazón se llenaba de confusión. “¿Y creías que mentirme era la solución? Podrías haberme dejado decidir por mí misma”, dijo, su voz temblando.
“Lo sé, y estoy profundamente arrepentido. Nunca quise hacerte daño. Te amo, Begoña, y no sé cómo reparar el daño que he causado”, confesó Gabriel, con lágrimas en los ojos.
La lucha interna de Begoña
A medida que Gabriel hablaba, Begoña se sintió atrapada en una lucha interna. Su amor por él seguía ahí, pero la decepción persistía como una sombra. “¿Puedo realmente confiar en él de nuevo?”, se preguntó.
“Quiero que me des otra oportunidad. Sé que no lo merezco, pero estoy dispuesto a luchar por ti, por nosotros”, dijo Gabriel, su voz llena de emoción.
Begoña cerró los ojos, sintiendo cómo las lágrimas caían por sus mejillas. “No sé si puedo perdonarte, Gabriel. Necesito tiempo para procesar todo esto”, respondió, sintiendo que su corazón se rompía un poco más.
Un futuro incierto
Mientras Begoña se alejaba del café, Gabriel sintió que el mundo se desmoronaba a su alrededor. Sabía que había perdido su confianza, pero estaba decidido a luchar por su amor. “No me rendiré”, murmuró para sí mismo, sintiendo que la batalla apenas comenzaba.
Begoña, por su parte, caminaba por las calles del pueblo, sintiendo la brisa fresca en su rostro. Sabía que debía tomar una decisión, pero el peso de la decepción aún la mantenía cautiva. “¿Podré perdonarlo alguna vez?”, se preguntó, mientras el futuro se presentaba incierto ante ella.
La historia de Begoña y Gabriel estaba lejos de terminar. La decepción y la traición habían sembrado la semilla de la duda, pero el amor todavía brillaba en medio de la oscuridad. ¿Lograrían superar este obstáculo y encontrar el camino hacia la reconciliación, o la decepción marcaría el fin de su historia? Solo el tiempo lo diría.