Avance del próximo capítulo de Sueños de libertad: Gabriel celoso, mantendrá una importante conversación con Begoña
La noche caía sobre la ciudad, las luces parpadeaban como estrellas en un firmamento artificial, y en el pequeño apartamento de Begoña, la atmósfera estaba cargada de tensión. Ella se encontraba sentada en el sofá, revisando unos documentos, pero su mente no podía concentrarse. Había algo en el aire, una sensación de inminente confrontación que la mantenía inquieta.
Gabriel, su mejor amigo desde la infancia, había estado actuando de manera extraña últimamente. Su mirada se había vuelto más intensa, y sus palabras, a menudo cargadas de un tono celoso que Begoña no podía ignorar. La razón de esa actitud la intrigaba y al mismo tiempo la preocupaba. Sabía que Gabriel había estado lidiando con sus propios demonios, pero lo que más la inquietaba era que su relación estaba a punto de cruzar una línea que nunca habían imaginado.

La llegada de Gabriel
La puerta se abrió de golpe, y Gabriel entró sin previo aviso, su rostro reflejando una mezcla de frustración y determinación. “Begoña, necesitamos hablar”, dijo, su voz grave resonando en la habitación. Ella lo miró, sintiendo que su corazón latía más rápido. “¿De qué se trata, Gabriel?”, preguntó, intentando mantener la calma.
Él se acercó, sus ojos fijos en los de ella. “He notado cómo te miran los demás. Ese chico nuevo en la oficina, David. No me gusta cómo te observa”, dijo, su voz temblando de celos. Begoña frunció el ceño, sintiendo que la situación se tornaba tensa. “Gabriel, es solo un compañero de trabajo. No hay nada entre nosotros”, respondió, tratando de calmarlo.
“Pero tú pareces disfrutar de su atención. ¿Acaso no ves cómo te sonríe? ¿No sientes nada por eso?”, insistió Gabriel, sintiendo que la rabia comenzaba a burbujear en su interior. “Eso no es justo, Gabriel. No puedes dictar con quién puedo hablar o no. Nuestra amistad no debería estar condicionada por celos”, replicó Begoña, sintiendo que la defensiva se apoderaba de ella.
La confrontación
Gabriel dio un paso hacia adelante, su mirada intensa. “No se trata solo de eso. Se trata de lo que siento por ti. He estado guardando esto por tanto tiempo, y ya no puedo más”, confesó, sintiendo que la vulnerabilidad lo invadía. Begoña se quedó en silencio, sorprendida por la revelación. “¿Qué estás diciendo?”, preguntó, sintiendo que su mundo se tambaleaba.
“Te quiero, Begoña. Siempre te he querido. Y no puedo soportar la idea de que alguien más se interponga entre nosotros”, dijo Gabriel, su voz llena de emoción. Begoña sintió un torbellino de sentimientos. “Gabriel, esto es inesperado. No sé qué decir”, murmuró, sintiendo que su corazón se aceleraba.
“Solo quiero que sepas lo que siento. No puedo quedarme callado mientras veo cómo te acercas a otros. Eres lo más importante para mí, y no puedo permitir que te alejes”, confesó Gabriel, sintiendo que la desesperación comenzaba a invadirlo. “Pero nuestra amistad… ¿qué pasará con nuestra amistad si esto no funciona?”, preguntó Begoña, sintiendo que el miedo la envolvía.
La respuesta de Begoña
Gabriel se quedó en silencio, buscando las palabras adecuadas. “No lo sé, pero prefiero arriesgarme a perderte que quedarme con esto dentro. Siempre he estado a tu lado, y no quiero ser solo tu amigo. Quiero ser más”, afirmó, sintiendo que la sinceridad lo empujaba a ser más audaz.
Begoña sintió un nudo en el estómago. “Gabriel, yo… no sé si puedo corresponder a esos sentimientos. Te aprecio mucho, pero tengo miedo de que esto cambie todo”, dijo, sintiendo que las lágrimas comenzaban a asomarse. Gabriel se acercó, tomando sus manos entre las suyas. “Lo entiendo. Pero no puedo seguir viéndote como una amiga si mi corazón quiere más. Necesito saber si hay alguna posibilidad entre nosotros”, insistió.
La atmósfera se volvió aún más tensa, y Begoña sintió que su mente luchaba entre la razón y el deseo. “No puedo prometerte nada, Gabriel. Todo esto es nuevo para mí. Nunca pensé en nosotros de esa manera”, confesó, sintiendo que la confusión la invadía. “Pero hay algo en ti que siempre me ha atraído. Tal vez deberíamos explorar esto juntos”, sugirió Gabriel, sintiendo que la esperanza comenzaba a renacer en su pecho.

La decisión
Begoña se apartó un poco, sintiendo que necesitaba espacio para pensar. “Necesito tiempo, Gabriel. No puedo tomar una decisión apresurada. Esta amistad significa mucho para mí, y no quiero perderlo”, dijo, sintiendo que la tristeza comenzaba a invadirla. Gabriel asintió, comprendiendo su punto de vista, pero la frustración seguía presente.
“Está bien, pero no puedo evitar sentir que estoy perdiendo algo valioso. Si no te atreves a dar este paso, quizás nunca sabremos lo que podría haber sido”, dijo Gabriel, sintiendo que la angustia lo consumía. “No quiero que esto termine así. Quiero que sepas que estoy aquí, dispuesto a esperar. Pero también necesito que seas honesta conmigo”, afirmó, su mirada intensa.
Begoña sintió que el peso de la decisión la aplastaba. “Te prometo que pensaré en ello. Pero necesito que entiendas que no puedo forzar mis sentimientos”, respondió, sintiendo que la vulnerabilidad comenzaba a abrirse paso. “Lo sé. Solo quiero que sepas que estoy dispuesto a luchar por ti, por nosotros”, dijo Gabriel, sintiendo que la determinación lo invadía.
El cierre
La conversación se tornó más tranquila, y ambos comenzaron a explorar sus sentimientos y miedos. “Quizás esto sea un nuevo comienzo para nosotros, o tal vez sea el final de una etapa. Pero quiero que sepas que siempre serás importante para mí”, dijo Begoña, sintiendo que la conexión entre ellos comenzaba a fortalecerse.
Gabriel sonrió, sintiendo que, a pesar de la incertidumbre, había una chispa de esperanza en el aire. “Gracias por ser honesta conmigo. No importa lo que decidas, siempre estaré aquí”, respondió, sintiendo que la amistad que habían construido era más fuerte que cualquier obstáculo.
Mientras la noche avanzaba, Begoña y Gabriel se miraron, sintiendo que, a pesar de la tormenta que enfrentaban, había una luz al final del túnel. “Lo que sea que pase, enfrentémoslo juntos”, dijo Gabriel, sintiendo que la conexión entre ellos se profundizaba. “Juntos, siempre”, respondió Begoña, sintiendo que la esperanza comenzaba a renacer.
A medida que se acomodaban en el sofá, sintiendo el calor de su amistad, Begoña se dio cuenta de que, aunque la vida había dado un giro inesperado, había una oportunidad para construir algo nuevo. “Quizás esta conversación sea el primer paso hacia algo diferente”, pensó, sintiendo que la luz del futuro comenzaba a brillar en medio de la oscuridad.
La vida les había presentado un desafío, pero juntos, estaban listos para enfrentarlo, con la esperanza de que el amor y la amistad los guiaran hacia un nuevo capítulo en sus vidas.