¡DERRUMBADO! Marta se rompe en la sala de revelado con Pelayo – Sueños de Libertad
En el capítulo 410 de Sueños de Libertad, la historia nos sumerge en una escena profundamente emocional donde Marta, devastada por el peso de sus sentimientos y recuerdos, se enfrenta a un colapso emocional en la sala de revelado junto a Pelayo. Este episodio no solo retrata la vulnerabilidad de un personaje que lucha contra el duelo y la imposibilidad de soltar el pasado, sino también la tensión de una relación en la que la comprensión y el afecto se mezclan con reproches y heridas no resueltas. La atmósfera de dolor, confrontación y desahogo crea un retrato intenso del sufrimiento humano y de la dificultad de aceptar la pérdida.
La secuencia arranca con la llegada de Pelayo, quien sorprende a Marta en la sala de revelado. Ella, con gesto de incomodidad, se defiende de inmediato: “¿Qué haces aquí?”. Pelayo, sin perder la calma, le devuelve la pregunta, subrayando que ambos tienen razones para encontrarse en ese lugar. Explica que fue a buscarla para asistir al entierro y que, tras hablar con Gaspar, supo dónde hallarla. Marta, sin embargo, no está preparada para ese momento. Ni siquiera se ha cambiado de ropa para la ceremonia, lo que revela su resistencia a enfrentar la realidad. Pelayo insiste en que todavía hay tiempo, pero la tensión crece cuando intenta sacar a relucir la reciente discusión de Marta con Andrés.
Marta, a la defensiva, estalla: teme que Andrés haya hablado de ella a sus espaldas y desconfía de Pelayo, preguntándole si también ha hablado de ella. Pelayo, con paciencia, responde que Andrés está preocupado, como todos los que la quieren, pero sus palabras no calman a Marta, que percibe en ellas una intrusión. Para ella, esa insistencia es una forma de control, una presión constante que no le permite vivir su duelo a su manera. En un tono irónico, le asegura que, en cuanto termine de recoger las cosas de Fina, irá a casa, se cambiará y cumplirá el papel de esposa ejemplar en el entierro. Su sarcasmo refleja la rabia contenida, el dolor y la frustración de no sentirse comprendida.
Pelayo, viendo el estado en que se encuentra, intenta intervenir y le pregunta directamente qué pretende con su actitud. Marta confiesa que solo quiere seguir recordando, aunque esto la mantenga anclada en la tristeza. Él trata de convencerla de que desprenderse de los objetos y recuerdos de Fina sería lo más saludable, pues prolongar ese apego puede enfermarla. Marta, sin embargo, se niega rotundamente: asegura que mantendrá ese vínculo tanto tiempo como lo desee. Lo que para Pelayo es un riesgo, para ella es una necesidad vital. Cada objeto guardado en la sala de revelado se ha convertido en un refugio emocional, un puente con la persona que ya no está.
La conversación se intensifica cuando Pelayo intenta tomar la iniciativa y comienza a mover las cosas de Fina. Marta, horrorizada, lo detiene con firmeza: “Ni se te ocurra”. La tensión sube de tono, y en un momento de dureza, Marta lo acusa de preocuparse más por su imagen política que por su bienestar real. Afirma que teme que su melancolía lo afecte a nivel social y profesional. Pelayo no niega su interés en la política, pero insiste en que su principal preocupación es ella, que lo que hace es por su bien. Le duele verla hundida, incapaz de levantarse. Marta, por su parte, rechaza esa visión: no quiere que nadie la obligue a soltar lo único que le queda de Fina.

Entre lágrimas y rabia, Marta reconoce su verdad más dolorosa: “No puedo olvidarla. No quiero olvidarla”. Su confesión desnuda el corazón de la escena. Para ella, olvidar a Fina sería traicionarla, borrarla de su vida, renunciar al vínculo que todavía la mantiene viva en sus recuerdos. Pelayo, con tono sereno, le recuerda que debe seguir adelante, que Fina no va a volver. Es una verdad cruda, directa y difícil de aceptar. Pero Marta, rota, no logra interiorizarla. La contradicción es evidente: sabe que la ausencia es definitiva, pero su corazón se aferra al recuerdo como si ese acto de resistencia le diera un propósito.
El momento culminante se convierte en un choque entre dos maneras de vivir el duelo. Pelayo encarna la visión práctica, el intento de liberar a Marta de una carga que la está consumiendo, impulsándola a retomar su vida. Marta, en cambio, representa la fidelidad absoluta a la memoria, el deseo de conservar cada detalle aunque le duela, porque soltarlo sería como perderla de nuevo. El enfrentamiento emocional entre ambos deja cicatrices en la relación, revelando no solo la fragilidad de Marta, sino también los límites de Pelayo para comprenderla plenamente.
Este episodio resalta la complejidad del duelo y la incapacidad de imponer un único camino hacia la sanación. Marta no está lista para olvidar ni para soltar, y cada intento externo de obligarla solo incrementa su resistencia. En cambio, Pelayo, atrapado entre el amor y la frustración, se debate entre apoyar a su esposa o empujarla a liberarse de un dolor que considera autodestructivo. La sala de revelado, espacio cargado de recuerdos, se convierte en escenario simbólico de esa batalla interna y externa: un lugar donde Marta se aferra al pasado mientras Pelayo le pide mirar hacia el futuro.
La intensidad de esta escena se convierte en un reflejo del tono general de Sueños de Libertad, donde los personajes no solo luchan contra enemigos externos, sino también contra sus propias emociones, heridas y memorias. Marta, rota y vulnerable, se convierte en el espejo de quienes no logran soltar a quienes han perdido, y Pelayo, en representación de la racionalidad que choca con la resistencia del corazón, muestra lo doloroso que es ver sufrir a un ser querido sin poder rescatarlo.
El capítulo deja abierta la herida de Marta, mostrando que el camino hacia la superación aún está lejos. Su declaración de que no puede ni quiere olvidar a Fina marca un antes y un después, revelando que la batalla interna recién comienza. Los espectadores quedan atrapados en la tensión de la escena, conmovidos por la crudeza de la verdad y expectantes de cómo este dolor condicionará el futuro de Marta y su relación con Pelayo. El episodio 410 de Sueños de Libertad nos recuerda que la libertad también implica aprender a soltar, aunque hacerlo pueda sentirse como la pérdida más grande de todas.