AVANCE DE SUEÑOS DE LIBERTAD, JUEVES 25 DE SEPTIEMBRE ANTENA 3, CAPITULO 404, GABRIEL EN LA MIRA
El episodio 404 de Sueños de Libertad arranca con un aire cargado de emociones, encuentros íntimos y secretos que poco a poco empiezan a desvelarse. La primera escena nos traslada a la habitación de un hotel, donde Gabriel se viste con prisa para salir a trabajar mientras Isabel despierta, aún envuelta en la calidez de la noche que han compartido. Ella lo mira con ternura y le dice con una sonrisa soñadora: “Amor, buenos días.” Gabriel, intentando suavizar su partida, le pregunta cómo ha dormido. Isabel, con un aire de nostalgia, le responde que hacía mucho no descansaba tan bien. Sin embargo, la ilusión pronto se transforma en inquietud al ver que su prometido se prepara para marcharse temprano.
Isabel insiste en retenerlo unos minutos más. Le pregunta por qué no puede hablar con su jefe y decirle que su prometida ha viajado desde París y solo permanecerá dos días. Pero Gabriel, entre risas y resignación, responde que eso no sería motivo suficiente para ausentarse del trabajo. Ella, con un dejo de tristeza, intenta convencerlo al menos de almorzar juntos, pero él le explica que tiene compromisos laborales. Isabel, aferrada a la esperanza, pide entonces pasar la tarde a su lado. Gabriel vuelve a negarse, aunque enseguida suaviza el rechazo prometiéndole algo especial: esa misma noche planea llevarla a un restaurante elegante y romántico, donde podrán cenar y prolongar la velada juntos. “Quiero que tengamos una noche perfecta,” le asegura. Isabel, completamente ilusionada, se deja llevar por la promesa y lo llama “perfecto”, asegurando que lo esperará con ansias.

La mañana avanza y, poco después, Isabel recibe el desayuno en su habitación. Junto a la bandeja le entregan un periódico. Entre las noticias aparece una fotografía en la que se ve a Gabriel en relación con la fábrica de perfumerías de la Reina. El hallazgo la deja pensativa: una sombra de duda se instala en su mente sobre qué tanto le oculta el hombre al que considera su futuro esposo.
Mientras tanto, en la casa de los Merino, la tensión es evidente. Luis y Joaquín esperan impacientes noticias de su madre, Digna, que aún no ha bajado. Ambos están inquietos, temiendo las consecuencias de la visita que ella tuvo con Damián la noche anterior. Cuando finalmente Digna entra en la sala, sus hijos la rodean con preguntas: ¿qué ha pasado?, ¿piensa Damián entregarla a la Guardia Civil? Ella, aún con el rostro conmocionado, revela un giro inesperado: Damián no la denunciará porque ella jamás mató a Jesús.
Sorprendidos, Luis y Joaquín escuchan atentos cómo su madre relata lo que Pedro le confesó a Damián antes de morir. La verdad es más cruel de lo que jamás imaginaron: cuando el disparo accidental alcanzó a Jesús, Digna creyó que su sobrino había muerto en el acto. Sin embargo, Pedro le explicó que no fue así. Jesús sobrevivió herido, y Pedro, en lugar de ayudarlo, lo dejó desangrarse deliberadamente. Ese acto macabro convirtió a Pedro en el verdadero culpable, mientras Digna cargó con la falsa culpa durante años.
Luis no da crédito a lo que oye. Joaquín, entre lágrimas de rabia, maldice la memoria de Pedro por haber manipulado a su madre con tanta crueldad. Digna, rota por dentro, admite que Pedro utilizó su gratitud y su vulnerabilidad para obligarla a casarse con él y mantenerla sometida. Luis insiste en que aquel hombre debía de estar perturbado, recordando también las atrocidades que cometió contra Irene y Cristina. Incluso añade un dato escalofriante: Pedro le confesó a Irene que estuvo detrás de la desaparición de José. Aunque no lo mató, nadie sabe su paradero. Digna, horrorizada, se pregunta si aún vivirá, mientras Joaquín señala con alivio que al menos Pedro ya no podrá hacer daño a nadie más.
En ese instante suena el teléfono. Digna atiende y recibe otra noticia inesperada: el notario de Pedro la cita esa misma tarde para la lectura de su testamento. Luis, con desconfianza, teme que incluso muerto Pedro pueda haber preparado alguna trampa contra ellos. La incertidumbre se apodera de la familia, dejando abierta una nueva incógnita sobre el legado que dejó el difunto.
En la fábrica, la historia se bifurca hacia Isabel, quien, todavía inquieta por lo visto en el periódico, llama por teléfono preguntando por un tal Damasco, convencida de que es abogado de la empresa. Irene, sorprendida, asegura que no conoce a nadie con ese nombre. La conversación termina abruptamente, pero la semilla de la duda ya está sembrada: Isabel empieza a sospechar que Gabriel oculta más de lo que aparenta.
Casi al mismo tiempo, Tasio revisa los informes de ventas de la fragancia Pasión Oculta. Para su disgusto, los números son desastrosos. En plena preocupación, Marta aparece en su despacho con un anuncio devastador: ha decidido apartarse de la empresa temporalmente. Tasio se desespera; necesita a su hermana en un momento tan delicado. Pero Marta, visiblemente abatida, confiesa que no está en condiciones de seguir y que, de hecho, fue responsable del fracaso de la última venta privada. Carmen tuvo que cubrirla en secreto para evitar un desastre mayor.
Tasio intenta convencerla de quedarse, pero Marta es firme: ha tocado fondo y necesita parar para recuperarse. Entre lágrimas, admite que solo sería un lastre si continúa en su puesto. Tasio, dolido pero comprensivo, le ofrece su apoyo y le pregunta a quién considera capaz de sustituirla. Marta no duda en señalar a Carmen, la esposa de Tasio, como la persona indicada para hacerse cargo de ventas internacionales. El joven empresario, aunque afectado, reconoce la valía de su mujer y promete tenerlo en cuenta. Antes de despedirse, hermano y hermana comparten un momento de ternura en el que, más allá del trabajo, se reafirman como familia.

La trama da un giro hacia la casa de los Reina. Allí, Begoña entra en la cocina con malestar evidente. Manuela la recibe con preocupación, notando que su señora tiene el estómago revuelto. Begoña admite que ha vomitado el desayuno, lo que despierta aún más inquietud en la sirvienta. Manuela, culpándose, piensa que quizá se excedió con el ajo en la comida, aunque Begoña asegura que el sabor fuerte lo notó ella sola. Entre disculpas y cuidados, Manuela se ofrece a prepararle una manzanilla para que se recupere, mientras Begoña se retira a descansar. Sin embargo, la duda queda flotando en el ambiente: ¿qué le estará ocurriendo realmente a Begoña? ¿Será un simple malestar pasajero o el inicio de una revelación que cambiará el rumbo de su historia?
El capítulo 404 se perfila como un episodio donde la ilusión romántica de Isabel empieza a resquebrajarse con las primeras sospechas hacia Gabriel, donde la verdad sobre Pedro sacude para siempre a los Merino y donde la estabilidad de la fábrica se tambalea ante la renuncia de Marta. Y como si todo esto fuera poco, el enigmático malestar de Begoña abre la puerta a un nuevo misterio.
Con estas piezas sobre la mesa, la serie promete mantener a los espectadores al borde de sus asientos, revelando poco a poco que cada secreto guardado tarde o temprano termina saliendo a la luz.